José Yuste

Activo empresarial

José Yuste

4 Ago, 2017

Calificadoras, de negativas a estables

Las agencias calificadoras hicieron un corte de caja en el primer semestre de 2017, un año que parecía fatal en sus inicios. El resultado es ligeramente optimista.

Dos de ellas, Standard & Poor’s y Fitch, sí logran mejorar la perspectiva de la deuda soberana, pasándola de negativa a estable. Es decir, ya no hay riesgo de bajar un peldaño en el grado de inversión. Sin duda, un resultado alentador para la política hacendaria de bajar la deuda pública como porcentaje del PIB, poner ajuste en el gasto, así como mantener la política monetaria restrictiva para evitar brotes inflacionarios mayores al gasolinazo.

Moody’s, en cambio, ve riesgos con el TLCAN

Sin embargo, la otra agencia calificadora, Moody’s, no compartió la mejoría de las otras dos. Moody’s mantuvo su perspectiva negativa de la deuda mexicana. Su principal argumento es la incertidumbre que presenta la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

Moody’s pondera muy alto la relación con EU y los riesgos de negociar con la administración Trump que, como sabemos, puede tener cambios inesperados. Sin embargo, señala que, por lo dicho por los equipos negociadores, sí se podría alcanzar una buena renegociación. Pero, como los jugadores de cartas, pagan por ver. Se van a esperar. Y si bien no reducen la calificación de la deuda, tampoco le quitaron su perspectiva negativa.

S&P y Fitch ven reducción de deuda

Vale la pena anotar lo que ven Standard & Poor’s, y ahora Fitch: la mejoría en el nivel de deuda. No es poca cosa.

Cuando José Antonio Meade, secretario de Hacienda, toma en septiembre la dependencia, ya lo hace con el compromiso de reducir la deuda pública, que había venido creciendo muy rápido y estaba poniendo nerviosos a los mercados. Meade logró mantener la disciplina y, con los ingresos excedentes, que son por una sola vez, como el excedente del Banco de México, se redujo el nivel de deuda. Así, el débito público bajó de 50.5% del PIB y terminará un poco por encima del 48% del PIB. El punto de inflexión ya se dio.

Es importante. Cualquier gobierno se podría ver tentado a elevar los gastos en año preelectoral. El equipo hacendario está siendo responsable y enviando una señal de reducir el nivel de deuda y, por lo tanto, de que el gobierno mexicano necesitará menos financiamiento y no estará presionando las tasas ni poniendo en riesgo la estabilidad a finales de sexenio.

Las razones de Meade para el no a la Coparmex

Bajo este escenario, donde las finanzas públicas estaban presionadas por el crecimiento de deuda, desde luego que  no se podía tener ni un aumento en el gasto ni tampoco darse el lujo de reducir ingresos, que de por sí son escasos con el menor precio del petróleo.

Por eso Meade respondió rápidamente a la Coparmex (Gustavo de Hoyos) que no había espacio, en este momento, para reducir los impuestos ni para flexibilizar la tributación. Desde luego que la Coparmex presentó una propuesta coherente de Reforma Fiscal. Pero no era el momento.

Quizá en campañas presidenciales o iniciando el sexenio, pues ahí habrá capital político para una reforma fiscal de gran calado. Pero al cierre del sexenio, con las agencias calificadoras encima porque se elevó el nivel de deuda en los primeros cuatro años del gobierno, desde luego que Hacienda no puede darse el lujo de flexibilizar los impuestos.

La de la Coparmex es una propuesta seria, aceptable, pero que en estos momentos es inviable: podrá tener viabilidad e influencia en el momento de las campañas presidenciales, o bien, en el inicio del próximo sexenio. En estos momentos ningún secretario de Hacienda les hubiera aceptado un cambio fiscal. Hubiera sido darse un balazo en el pie.

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