José Yuste

Activo empresarial

José Yuste

12 Oct, 2017

Movieron a la industria refresquera

 

 

El gobierno de Peña Nieto se comprometió a no tener nuevos impuestos ni a aumentar los existentes. Para bien y para mal, lo ha cumplido. Certidumbre fiscal de no tener nuevos impuestos desde hace cuatro años, ha existido. Incluso en el nuevo paquete presupuestal 2018, ni el secretario de Hacienda, José Antonio Meade ni su subsecretario de Ingresos, Miguel Messmacher, han propuesto elevación de impuestos. Por eso llama la atención que ahora sean algunas organizaciones civiles las que lo pongan sobre la mesa.

Piden elevar el gravamen a bebidas azucaradas y a cigarros. Y es ahí cuando nos preguntamos ¿para qué?

Necesario el impuesto a bebidas azucaradas, pero…

Yo soy de los que aplaudió el impuesto de un peso a bebidas azucaradas en México, un país que sufre de epidemia de diabetes infantil y de población adulta, y donde el refresco es parte de la dieta diaria.

Sin embargo, el peso cobrado por cada litro de bebida azucarada no lo hemos visto reflejado en una política de prevención.

Los famosos bebederos de agua potable en escuelas se construyeron a medias.

La famosa política de prevención, con mejoramiento en deportes y cultura de alimentación, tampoco fue tan fuerte.

La infraestructura de instalaciones deportivas en escuelas o parques públicos, tampoco los vimos.

Movieron a la industria refresquera

Más bien lo que vimos fue un cambio de actitud de algunas compañías refresqueras. Por ejemplo, Coca-Cola lanzó varios segmentos para ofrecer en el mismo anaquel, por un lado, sus bebidas azucaradas, pero también otras bebidas sin azúcar o el agua. Incluso, hace poco redujo en 30% el porcentaje de azúcar de su presentación más grande, la de tres litros.

El objetivo es que el consumidor tenga la opción, ya sea de tomar con azúcar o sin ella.

Desde luego, México es un ejemplo para a través de la política impositiva, ir cambiando el hábito de consumo. El peso por litro de bebida azucarada, por lo menos sí ha modificado la política de las empresas refresqueras. Lo que no hemos visto es su traducción en una política preventiva o en infraestructura deportiva o de bebederos públicos, y ahí más bien, y antes de modificar el impuesto se debe ver que su aportación, de verdad, vaya a la política de salud preventiva.

Impuesto al cigarro, falta información de consumidores

Algo similar sucede con el impuesto al cigarro. Actualmente es de 67% y las organizaciones piden que se suba a 75% por cajetilla.

El impuesto debe ser elevado para descincentivar el consumo. Esto es cierto. El consumo de tabaco puede ser causa de cáncer.

Por eso, además del impuesto elevado por cajetilla, debe venir el pictograma o fotografía en las cajetillas que desincentiva el gusto por fumar, además, obviamente, de evitar los comerciales que diseñaban una personalidad interesante a quienes fumaban (desde el famoso de vaqueros de Marlboro hasta los de Benson & Hedges).

Sin embargo, caemos en lo mismo: el dinero recaudado por el impuesto a los cigarros debe ser canalizado a políticas de prevención y del riesgo por fumar. Dar a conocer los riesgos por fumar, sus consecuencias y entonces sí que el público adulto pueda elegir, con todo y mantener elevado el impuesto y los pictogramas en cajetillas. Las cigarreras han respondido que un impuesto muy alto del cigarro genera una industria de tabaco pirata o de contrabando.

Impuestos sí, pero con mejor operación

En efecto, los impuestos son esenciales para desincentivar el consumo de productos que afectan nocivamente la salud. Los impuestos son un buen complemento de la política de salud pública y de prevención. Debe tenerse estos impuestos. El reto es su operación. En el caso de bebidas azucaradas, han empezado a mover a la industria refresquera, pero falta transparencia en el uso de recursos recaudados y que estos recursos se canalicen a las políticas de prevención que tampoco hemos visto. En el caso de los cigarros debe verse si de verdad han desincentivado el consumo del tabaco y lo mismo, transparencia en los recursos recaudados para políticas de salud. Antes de elevar los impuestos a bebidas azucaradas y cigarros, se antoja necesario revisar su operación y analizar cuánto han desincentivado el consumo.

 

 

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