Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

31 Mar, 2020

¿Qué pecados cometimos para merecer esto?

 

Algunas veces, ante la desgracia de tener un gobernante incapaz,  ignorante y demagogo, solemos decir que los pueblos tienen los gobiernos que merecen. También es frecuente escuchar a los que, en vez de responsabilizar a los electores por haberlo escogido, preguntan: ¿Qué pecados habremos cometido para merecer este castigo?

Sin embargo, por más justificación que pudiera tener cualquiera de las dos posiciones –que no comparto–, sin duda hay explicaciones lógicas y, sobre todo, objetivas, de la desgracia de tener un gobernante con aquellas limitaciones y otras, igual o más graves que las señaladas.

  • Veamos con cuidado las dos explicaciones. Para empezar, eso de “merecer un gobierno” carece de todo sentido en una democracia y con mayor razón, en una dictadura.

Asimismo, eso de los pecados no concuerda en modo alguno con algo tan secular como la gobernación. En consecuencia, ¿cómo explicar que los electores hayan entregado su voto a quien, a todas luces, carece de la menor formación y capacidad para ser un buen gobernante?

Pienso que la respuesta está más del lado del elector y sus cualidades; éstas pueden ir desde una mínima capacidad analítica, a la carencia total de una mente crítica frente al poderoso o ante el que aspira llegar a serlo.

En los tiempos que corren, en no pocas democracias los ciudadanos han renunciado a la posibilidad de analizar con la debida seriedad a los candidatos, sus antecedentes y los resultados obtenidos en puestos anteriores para, como resultado, concluir quién sería capaz de ejercer un buen gobierno, de resultar victorioso.

  • En los tiempos que corren, dada la crisis que enfrentamos y las respuestas que el gobierno y el gobernante han intentado dar a las exigencias ciudadanas, y su negativa a implantar en la debida oportunidad las medidas que la pandemia y sus efectos negativos exigen, es imperativo preguntarnos acerca de la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en la emisión del voto por éste o aquel candidato.

También, dado el desempeño del candidato ganador ya como gobernante, ¿por qué no preguntar acerca de la responsabilidad que tenemos como electores, al haberle entregado el voto a aquel, y no a uno de los perdedores? Hacerlo sería más responsable y productivo que buscar pecados imaginarios o merecimientos exculpatorios.

En caso de haber votado por el actual gobernante, ¿no se siente responsable del desastre económico generado por decisiones erradas sin sentido técnico y financiero, y la falta de seriedad y profesionalismo del pésimo equipo que caracteriza a la actual gobernación? 

De no aceptar responsabilidad alguna, ¿la democracia para usted es depositar el voto en la urna y luego olvidarse de todo? Por el contrario, ¿es usted de los que culpan de todo a la fantasmal “mafia del poder” y a los conservadores perversos y corruptos, quienes llegan al extremo de pagar para que saluden al Presidente y poder acusarlo de no respetar las recomendaciones elementales en esta pandemia?

  • Finalmente, votos a favor o en contra, hay una realidad que es imposible eludir: El elector no eligió bien y el resultado está a la vista. ¿Acepta esto o no?

 

 

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