Edgar Amador

Edgar Amador

7 Ago, 2023

Desde el Banco de Japón:  ¿un sushi o un tsunami?

El sueño de todo especulador es invertir en activos de alto rendimiento, y si esa inversión se financia con dinero prestado, mejor. Y si es muy barato, no hay nada más allá. Eso es lo que ha ocurrido en las finanzas mundiales desde hace algunas décadas. Los grandes inversionistas se han financiado con préstamos en yenes, aprovechando las bajísimas tasas de interés en Japón, y han invertido en títulos en dólares, euros, reales o pesos, embolsándose el diferencial de tasas. Hasta ahora, porque el Banco de Japón ha cambiado el juego.

En las finanzas, a la estrategia de financiar la compra de un activo de rendimiento elevado con un crédito en otra divisa con tasas muy bajas se le conoce como carry trade. Se trata de acarrear el activo con rendimiento atractivo para que produzca los ingresos que paguen el costo del préstamo más el rendimiento excedente.

Durante décadas, una de las fuentes de financiamiento del acarreo ha sido el yen. Hundida en una recesión desde la década de los 90, la economía japonesa ha sufrido un prolongadísimo período de deflación, que forzó al Banco de Japón a anclar las tasas de interés de todos los plazos a niveles extremadamente bajos. Por esto, los grandes inversionistas, los especuladores, y otros, suelen financiar en yenes sus compras de activos en otras divisas y otros mercados.

Existen dos claros riesgos en el carry: el cambiario, y el de tasas. Supongamos que el especulador invierte en bonos de un país que ofrece tasas elevadas, y que en el plazo en el que el inversionista esté acarreando el bono, la moneda de ese país se deprecia contra el yen, cuando el especulador reciba el pago al vencimiento del bono deberá de repagar el financiamiento comprando yenes más caros. Lo mismo pasa si, por algún evento en Japón, el yen se aprecia.

El segundo riesgo es el de tasa. Supongamos que el costo del financiamiento en yenes del inversionista, que se renueva cada mes, sube de repente, encareciendo el costo de acarreo del bono, disminuyendo así el diferencial de tasas de los dos mercados. Este riesgo era prácticamente inexistente… hasta hace un par de semanas cuando, ante una elevada inflación, el banco central de Japón relajó el control sobre su mercado de bonos y las tasas comenzaron a subir.

A diferencia del resto de las economías, el enemigo del Banco de Japón había sido, durante las últimas tres décadas, la deflación. Luego del estallido de una burbuja inmobiliaria al inicio de los años 90, Japón llevaba décadas batallando con caídas de precios. Pero llegaron la pandemia y la guerra en Ucrania, disparando por primera vez en 40 años una ola inflacionaria mundial.

Al principio, Japón miró a la reflación como una bendita lluvia de abril. Los precios crecían y, mientras el resto del mundo subía sus tasas a las carreras, Japón continuaba con su política monetaria expansiva. Pero la inflación siguió creciendo, a lo que Japón respondió con un argumento que fue muy caro para muchos bancos centrales: la inflación será temporal, caerá pronto. Ya sabemos que no fue así y en Japón, con un rezago enorme, la inflación no cede y sigue por encima de las metas.

Los datos de inflación más recientes muestran la inflación en ese país en alrededor de 3.5%, mientras las tasas de interés en sus distintos plazos se encuentran muy por debajo de 1%. Prácticamente todos los bancos centrales del mundo han tenido que elevar sus tasas de interés por encima de la inflación para poder controlarla. En casi todos los casos la receta ha sido exitosa y las inflaciones están bajando. Pero no en Japón. Quizá las leyes económicas también apliquen en ese país y deban subir sus tasas por encima de su inflación para controlar el alza de precios que tanto daño están haciéndole ya a la vieja población (el mayor grupo demográfico en Japón), que depende de sus pensiones para vivir.

¿Pero por qué debería de preocuparnos lo que pase con las tasas en Japón? Aquí regresamos al famoso acarreo. Como la inversión en bonos de múltiples países se financia en el mercado japonés, el alza del costo de financiamiento en ese país puede alterar otros mercados si las condiciones se desordenan.

El Banco de Japón es uno de los más poderosos del mundo, y tiene muchas herramientas para ordenar su colosal mercado (que tan importante es para las finanzas mundiales), las cuales usará para controlar su inflación sin causar mucho desorden. Pero siempre hay que estar atentos, pues no vaya a ser que un delicado sushi se convierta en un tsunami.

 

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube