Edgar Amador

Edgar Amador

24 Jul, 2023

Wall Street: ¿por qué cambiar este mundo feliz?

Cuando las cosas van muy bien, lo aconsejable es no cambiar la estrategia. Si con una tasa de interés de 5.25 por ciento de la Fed, la economía está creciendo de manera sólida; la tasa de desempleo está en mínimos de casi sesenta años, y la demanda de trabajadores sorprende a todos; las bolsas de valores tienen su mejor semestre en muchos años; y en general los mercados financieros, vuelan; y además, la inflación está bajando consistentemente, ¿Por qué habría de bajar tasas la Fed, si todo va tan bien?

El escenario descrito tiene un problema, sin embargo: los mercados financieros vuelan porque están apostando a que, a pesar de que todo va muy bien, la Fed bajará relativamente pronto y rápido sus tasas de interés, haciendo más atractivo a los valores bursátiles. ¿Por qué habría de recortar réditos la Fed si el mercado laboral tiene condiciones que, en otras circunstancias, ameritarían incluso un mayor apretamiento?

No únicamente el mercado laboral, el mercado inmobiliario de Estados Unidos, uno de los motores económicos del mundo, ha mostrado en fechas recientes que el bache en el cual cayó en los finales del año pasado, parece estar quedando atrás, y las últimas cifras son halagüeñas. 

Los datos del mercado laboral, los de incrementos salariales, los de ganancias corporativas, incluso las hasta hace poco alicaídas ventas minoristas, todas están dando señales de renovada energía. La única salvedad parece ser el sector manufacturero, en donde los inventarios construidos en meses recientes limitan los nuevos pedidos. Pero salvo ese sector (…y China), las buenas noticias abundan en los Estados Unidos y en las principales economías del mundo.

¿Por qué bajarían las tasas de interés? ¿Por qué acelerar un auto que está ya cerca del límite de velocidad? ¿Por qué pedalearle fuerte a una bicicleta cuando vamos de bajadita? No parecería muy lógico, pero Wall Street y los mercados financieros así lo están esperando, y en anticipación han alimentado uno de los rallys más impresionantes en años, luego del año terrible sufrido en 2022, llevando los precios de las acciones a niveles difíciles de justificar.

¿Cómo explicar que, a pesar de que las tasas de interés de la Fed han subido al ritmo más agresivo de los últimos cuarenta años, el mercado inmobiliario no únicamente no se ha caído, sino que está re acelerando? Quizá porque, a pesar de que la Fed ha subido las tasas de corto plazo, el mercado ha mantenido abajo, e incluso ha bajado más, a las tasas de largo plazo.

¿Por qué las tasas de largo plazo se han mantenido bajas y bajando? Porque el mercado apuesta que la Fed tendrá que bajar las tasas pronto ante la inminencia de una recesión.

Y ese es justo el elemento que falta en la cadena: la recesión. La cual, a pesar de los augurios, las señales e indicadores, no da muestras de llegar.

Como todo está saliendo tan bien, como la inflación va para abajo y la recesión no da señales de aparecer, los inversionistas están compre y compre activos financieros, y como compran los precios suben, y al subir son más ricos, y al ser más ricos tienen más dinero para comprar, y al comprar….

Esta gran alegría, natural en todos los mercados alcistas, como el que estamos gozando estos meses, siempre tiene un detalle: se compra de todo, incluso cosas peligrosas, incluso activos cuyo riesgo sería indigerible en condiciones normales, pero como los mercados alcistas tienen como consecuencia que la volatilidad (que es la medida del riesgo) disminuya, entonces parece correcto acumular activos riesgosos, pagando incluso altos precios por ellos.

Como en los mejores años de la burbuja especulativa de las acciones de internet, en los principios de este siglo los inversionistas están comprando alegremente valores de empresas sin ganancias, que no tienen un plan de negocios claro, que sólo creciendo a tasas increíbles en el futuro justificarían los precios que tienen hoy. 

Hoy como entonces, quizá muchas de esas empresas no sobrevivan, pero mientras, los inversionistas acumulan riesgo sobre riesgo ante la evidencia de que nada puede salir mal en esta época dorada.

Lo interesante de esta fiesta bursátil es que se puso mejor justo cuando estaba a punto de acabarse. Cuando Sillicon Valley Bank, un banco medio pero importante, quebró, seguido por otros intermediarios financieros, los mercados tropezaron violentamente y estaban por desplomarse, cuando la Fed hizo lo que ha hecho las últimas décadas: salir al rescate.

El rescate funcionó, muy bien, pero al mismo tiempo los inversionistas entendieron el mensaje de que nada podría salir mal. Desde ese día casi desastroso hasta hoy el S&P 500, el índice más importante de Wall Street remontó un asombroso 14 por ciento y los bonos gubernamentales y corporativos han subido de precio y bajado sus tasas.

¿Cuánto durará esta fiesta de las bolsas de valores y los mercados financieros? No es posible saberlo. Puede que, efectivamente, estemos ante el inicio de una era dorada de inflación a la baja, controlada, sólido crecimiento y muy bajo desempleo, y que los mercados tengan ante sí un largo período de esplendor. Puede ser que el riesgo acumulado en portafolios, carteras bancarias, fondos de pensiones y otros vehículos, sea demasiado y nos demos cuenta de que el mundo feliz que aparece frente a nosotros, tiene algunos problemitas.

 

 

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