Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

14 Sep, 2022

La borrachera presupuestal

 

Toda borrachera es fiesta hasta que llega la cuenta. Entonces los costos se vuelven transparentes. Los números despejan cualquier duda de la irresponsabilidad de apostar todo por la diversión y el despilfarro inmediatos. A nivel macroeconómico ni se diga; entre mayor es la irresponsabilidad de la fiesta, mayor el pago a futuro. El sesgo de pensar que el futuro no nos alcanzará es el mayor error de aquellos que viven por ello.

Ejemplos hay muchos en México, pero parece que no aprendemos la lección. Luis Echeverría y José López Portillo, emborrachados de poder y soberbia, malgastaron el erario y descuidaron las finanzas públicas al grado que la cruda de la deuda duró varios sexenios más. Pensaron que el Estado podía resolverlo todo con la varita mágica de su voluntad y el dinero del petróleo. Ahora estamos ante el mismo experimento etílico con López Obrador.

En el Paquete Económico de 2023, el gobierno sueña con seguir la fiesta sin ninguna consecuencia. Entre otros temas preocupantes, el gobierno sigue despilfarrando en programas de “infraestructura”, con poca o nula utilidad económica o social como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles, entre otros. Tan sólo en el Tren Maya, en el 2023 se pretende destinar 143 mil mdp, el doble del costo de la terminal aeroportuaria –sin los caminos de acceso y las demás obras accesorias– Felipe Ángeles. Sumados a los 97 mil mdp ejercidos del 2020 al 2022, el proyecto del tren sumaría más de 240 mil mdp hasta el 2023, sin tomar en cuenta otros gastos.

Por su parte, el aeropuerto Felipe Ángeles tendrá un subsidio de operación de 836 millones de pesos, lo que significa que no es ni será negocio próximamente. Los aeropuertos del gobierno, funcionales y con demanda, generalmente son entidades que le generan ingresos al estado o región. Cuestión de ver los aeropuertos de Atlanta o Miami que generan rendimientos enormes para los municipios del mismo nombre en Estados Unidos. Sin embargo, el AIFA no sólo tuvo una inversión de capital totalmente del presupuesto, sino que ahora también lo tenemos que mantener los contribuyentes.

De los programas clientelares ni se diga. El crecimiento de estos 16 programas incrementa en 9.1% con respecto al 2022. En algunos casos, como en la pensión para adultos mayores, el incremento es de 34.3%. Se trata de gastos que, más que generar mayores oportunidades, lo único que hace es generar un sentido artificial de bonanza que se traduce en popularidad para el Presidente y votos para su partido.

¿Cómo se va a financiar todo esto? Aquí viene la parte interesante. La borrachera se va a pagar con más deuda, contrario a lo que ha dicho el Presidente en campaña y en sus mañaneras. Añade 1 billón 79,100 millones de pesos para financiar el boquete de ingresos y el gasto adicional. Esto ha ocasionado ya sorpresa en más de un analista: Moody’s, por ejemplo, señaló que el optimismo de la Secretaría de Hacienda y el gobierno en sus previsiones va a presionar las finanzas públicas.

El gobierno sigue creyendo que la voluntad –llena de fantasías presupuestales– del Presidente se traduce en realidad.

Lo que nadie le dice es que esa borrachera será pagada –y caro– por generaciones futuras. La docena trágica de los gobiernos de Echeverría y López Portillo están de ejemplo.

 

 

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