Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

7 Ago, 2014

¿Qué medidas tomarán para corregir la caída de la confianza? ¿O no les preocupa ese detallito?

A partir de los primeros meses de este año, fue imposible ocultar la caída brutal de la confianza del consumidor y del sector empresarial en la economía, y en su comportamiento futuro.

Las explicaciones triunfalistas de la temporalidad de la difícil situación que golpea a decenas de millones de mexicanos no hicieron, en éstos, mella alguna; los documentos posteriores, lejos de rectificar la tendencia hacia la baja, la reforzaron.

Hoy, los documentos que mes a mes elaboran Banco de México y el INEGI relacionados con la confianza de diversos actores en la economía y su comportamiento futuro, dan cuenta de lo que parece ser ya (no obstante las maromas verbales de dos o tres funcionarios que buscan lo que cada día es evidente), una franca caída imposible de revertir en el corto plazo.

Los documentos a los que me refiero —“Encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado”, “Índice de Confianza del Consumidor” y el “Indicador de Pedidos Manufactureros” de Banco de México, y el “Indicador de Confianza Empresarial” y “Expectativas Empresariales” del INEGI—, constituyen una quinteta que con su claridad y la contundencia de cifras y porcentajes —no se diga de las gráficas—, muestran una realidad la cual, sin duda, debería ocupar a los que parecen estar a la espera de un milagro.

Hoy mismo, al empezar a conocerse algunos ajustes al pronóstico del crecimiento del PIB para este año de la Secretaría de Hacienda —2.7%, revisado ya a la baja—, la Encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado lo llevó a 2.56% y la Cepal, lo redujo a 2.5%.

Las áreas de análisis económico de algunos bancos hablan ya, también, de un crecimiento para este año menor a 2.7%; además, por si faltare un clavo al ataúd, el Fondo Monetario Internacional en su actualización más reciente del World Economic Outlook —julio de este año—, situó su proyección para el 2014 en 2.4%.

Si bien reconozco que hay un lado perverso en esto de las pronósticos del PIB para minar la fuerza política del secretario de Hacienda, hay uno positivo que debe ser tomado con la debida seriedad.

Dejemos lo primero para los ociosos, y concentrémonos en lo importante que es, no hay duda, saber que la economía mexicana muestra, desde hace años, una incapacidad estructural para crecer a las tasas que la estructura demográfica exige en materia de empleo formal.

¿Por qué, a pesar de lo mucho que se dice, la economía no crece? ¿Por qué tantas declaraciones triunfalistas no se reflejan en la  confianza del consumidor, y tampoco en la de los agentes económicos privados? ¿Acaso la explicación radica en que los dichos, por más articulados que hayan sido redactados por expertos en comunicación, no se han visto acompañados de resultados concretos?

Esta realidad, que aflora en cada plática sobre la situación económica, no parece preocupar a los responsables de elaborar las políticas públicas cuyo objetivo es lograr elevar la tasa de crecimiento; tal parece que el panorama que ven y sufren millones de mexicanos, no los preocupa; es más, tampoco los ocupa.

¿Acaso ven el panorama con unos cristales de graduación 2018? ¿El problema entonces, sería óptico no estructural?

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