Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

20 Ago, 2014

Y sí, en el mercado uno está solo

El IPC mexicano se quedó ayer a unos cuantos puntos del nivel de los 45,000, que hace poco se veía lejos. Esto, después de un alza ordenada de algo más de 7,200 puntos que inició en marzo pasado y a la que he dado seguimiento puntual.

Quizá recuerde, amigo lector, que a principios de año aventuré que durante el primer trimestre podía alcanzarse la zona de los 44,000 puntos, partiendo del comportamiento que nuestro mercado había tenido en la última parte del 2013, postura que corregí poco después al ver que los 42,500 se convertían en una resistencia  importante.

Entonces trasladé mi pronóstico para el segundo trimestre y también me quedé corto por unos cuantos puntos y unos cuantos días, ya que los 44,000 se alcanzaron el 14 de julio pasado, cuando el mercado ya había resuelto la tercer área de consolidación que tuvo dentro de la trayectoria alcista. Ahora se encuentra en la cuarta, creo que resolviéndola.

A principios de agosto —en la Consejería del martes 5 de este mes que corre— me atreví a decir que aún había espacio para que el IPC llegara en el corto plazo a los 45,000 o 45,500 puntos. Lo anterior lo escribí cuando los mercados se batían con la baja post bubble talk y a muchos no calentaba ni el sol.

Cuando la baja mencionada se desarrollaba, me sentía preocupado, pero no angustiado. La preocupación provenía de mi postura básica: cuando se está en un alza las bajas son para comprar y no para salir corriendo. Y como usted sabe,  esta postura no se refiere a esta última trayectoria alcista, sino que es algo que pienso y digo desde hace mucho.

Sin embargo, y después de ver lo que los mercados hacen durante cinco años —subir— y escuchar a muchos hablar de una posible baja importante, sabiendo que no lo hacen solamente porque las “burbujas” de mercados financieros son un tema atractivo y vendedor, al sobrevenir una baja violenta, al menos en principio, uno se pregunta si las cosas en los mercados están por cambiar de sentido.

En buena parte las dudas surgen porque por fortuna, los mercados le enseñan a uno más o menos a diario, que hay que ser humilde pues uno es un ser falible. Así que uno aprende a escuchar a otros, sobre todo si piensan y hablan de manera distinta a la propia. De tal suerte, cuando la baja —en este caso— se presenta, por supuesto que uno se preocupa y siente que un chango le empieza a agarrar la mano y algo más, si uno se deja.

La cosa se agrava porque los que están alrededor le ven a uno con ojos de: te lo dije, había que haber vendido. Entonces uno alega: sí vendimos… algo. Hasta ganamos en esas operaciones, además redujimos el ritmo de la compras o las pospusimos. A lo anterior alguien responde: pero había que haber vendido todo, si la baja estaba “cantada”. Se dan la vuelta, se van y uno queda con el siguiente parlamento en la boca y con la eterna sensación que se tiene en los mercados: estás solo.

Lo último no es una condición extraña. No en los mercados y desde mi punto de vista, tampoco en la vida cotidiana. Por naturaleza —pienso— uno está solo porque sé es único e irrepetible. Así que asumo que estar solo no es malo, en todo caso, es un derecho. Lo que es terrible e indeseable —al menos para mí— es estar aislado. Y eso sí es para sentir frío, como solemos decir. Por eso es que tomo contacto con otros, de manera directa o a través de medios de comunicación, que hoy son una gran opción para este propósito.

En la baja uno se pregunta: ¿… y si tienen razón los que hablan de la “burbuja”?

Y no queda más que repasar el análisis que se hizo para decidir que aún se está dentro de la tendencia de alza y si se concluye que no se está en un error flagrante, se ponen las dudas en un recipiente lo más hermético posible, se espera el tiempo necesario y se observa al mercado hasta que sus señales le dicen a uno que estaba en el lado acertado o…

Por el momento las cosas no pasaron a mayores. Cuando escribí en este espacio que me parecía que el mercado encontraba una zona de estabilización, aún me temblaba el piso y más de uno me veía con cara de: este tipo no aprende. Pero sí aprendo. Un poco todos los días, porque todos los días me equivoco, un poco. Suerte.

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