Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

22 Nov, 2014

Populismo y violencia

Pido disculpas por seguir con un tema ajeno a  los emprendedores y los negocios familiares, pero las circunstancias actuales me preocupan y  están causando estragos a la economía, al empleo y a los ingresos necesarios para manejar programas sociales. No soy portavoz de ninguna autoridad, o partido , simplemente creo que un hecho terrible como la probable masacre de jóvenes estudiantes en Guerrero por delincuentes tanto policiacos como mafias ha devenido en una campaña y protestas violenta y potencialmente peligrosa para todos y en especial a los más necesitados.

En un editorial del prestigiado periódico español  El País hay una definición interesante sobre lo que llamamos “populismo”. Por ser válida en este momento, la transcribo:” Los populistas engloban a una amalgama de grupos que suelen compartir su desdén por los más ricos, incluidos los políticos que entienden la política como una forma de enriquecerse”. “En Europa el crecimiento del populismo crea una cesta en la que metemos todo aquello que no nos gusta y que fácilmente cae en manos de gente violenta y que no piensa  que la democracia y los partidos establecidos son capaces de resolver las crisis y por lo tanto deben desaparecer”. Los populistas no proponen soluciones sino sólo la negación de la clase dirigente.

  Personalmente no creo que la violencia y las soluciones simplistas resuelvan los problemas que vivimos. Siento que se está destapando una caja de Pandora y no habrá ganadores sino víctimas.

La indignación es generalizada y la compartimos, pero no comparto las soluciones tanto de pasividad ante la rapiña y actos sospechosos que nada tienen que ver con el rechazo a este crimen, o la de usar un exceso de fuerza legal de la autoridad para pararlos, con el peligro constante de crear mártires y un clima tóxico muy propicio al autoritarismo.

  Empieza a haber  pronunciamientos un tanto frívolos y, a mi juicio, claramente populistas, como  el pedir la renuncia del Presidente de la República y de  líderes de partidos políticos. Mi pregunta es ¿Y luego qué sigue? No hay un remedio correcto y viable sino enfrentar conjuntamente  esta y cualquier crisis de manera lógica y, sí señores, democrática.  Ya vimos en el caso de Guerrero que a la salida del gobernador  electo, entra una persona de buena fe pero que no ha logrado pacificar a su estado y  esto sigue causando múltiples destrozos y una agudización de la crisis en las zonas turísticas que difícilmente serán revertidas este fin de año. Esto es mucho peor que los huracanes y catástrofes naturales que han asolado al estado recientemente.

Francis Fukuyama, un politólogo  que planeó equivocadamente el “fin de la historia” a la caída de la Unión Soviética, escribió posteriormente una tesis en la que comparaba el desarrollo y bienestar de los países con el nivel de confianza de los ciudadanos en sus gobernantes a todos los niveles y en las instituciones, las políticas públicas y  decretos que emiten. ¿Cómo andamos en México? Desgraciadamente muy atrasados, ya que las encuestas demuestran porcentajes muy bajos de confianza  en los políticos, jueces y las fuerzas policiacas. Los bomberos, las Fuerzas Armadas y algunas  organizaciones civiles se salvan. Esto es muy grave y requiere de un cambio radical  a todos los niveles.

Los jóvenes, en su gran mayoría, son gente sana y saben que tienen un gran reto para poder tener una vida y empleos estables, aunque haya pequeños grupos radicales peligrosos. Por otra parte los empleadores privados son generalmente pequeños negocios familiares y  la violencia actual los afecta en sus actividades y crecimiento.

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