Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

5 Mar, 2015

Las cifras indican que deberíamos visitar otros países; ¿por qué no las revisan, por favor?

Una de las ventajas de la globalidad a la cual estamos incorporados, es que asigna a las relaciones entre países, gobiernos y gobernantes y funcionarios, cierta dosis de realismo o si lo prefiere, de pragmatismo, que obliga a analizar los beneficios de mantener y profundizar dichas relaciones con esos países y gobiernos así como con sus gobernantes.

No es infrecuente enterarnos de los desfiguros que hacemos para visitar, éste o aquel país con el cual mantenemos relaciones diplomáticas, pero en materia de intercambio comercial las cifras nos dicen que los intercambios con él son de una magnitud que ni siquiera merecen aparecer en las estadísticas oficiales.

Por el contrario, quizá sea la mejor muestra de la envidia que se nos inculca desde edad temprana para con el triunfador, a Estados Unidos y su gobierno y en no pocas ocasiones a sus instituciones, no nos cansamos de ofenderlos y hacerlos blanco de burlas y desaires mil.

Viene a cuento lo anterior por la visita de Estado que nuestro Presidente —y una comitiva variopinta— acaba de realizar al Reino Unido. Durante ella, se hizo presente la pompa que marca el protocolo de esa vieja monarquía que hoy, para decirlo con las palabras que con agudeza y tino expresó hace años el doctor Rodolfo Puiggrós, sólo es un imperio jubilado.

La ropa de etiqueta y los carruajes dorados, y la loza y cuchillería del banquete ofrecido por la reina, despertaron el asombro de no pocos integrantes de la comitiva cuyo aldeanismo es proverbial (muy notorio, conocido de siempre, consabido de todos).

Por otra parte, nada tiene de malo tener una visión aldeana y ser deslumbrado por el oropel monárquico; lo criticable, sin duda, es que son los contribuyentes los que sufragamos tales excesos cuyos resultados prácticos, y beneficios para el país y su economía, son casi nulos.

Ahora vayamos a las cifras. De acuerdo con las cifras proporcionadas por la Secretaría de Economía en su página, el comercio total con el Reino Unido representó del total, los años 2000, 2005, 2010 y 2014, el 0.60, 0.70, 0.66 y el 0.54 por ciento respectivamente. Para esos mismos años, el porcentaje del comercio con Estados Unidos del total realizado por México con el mundo representó el 80.7, 69.3, 63.9 y el 64.5 por ciento.

Si ahora revisáremos los montos de Inversión Extranjera Directa acumulada durante el periodo que va de los años 2000 a 2014, los porcentajes y cifras serían las siguientes: La IED total durante esos quince años, fue del orden de los 375 mil 700 millones de dólares americanos. De ese total, Estados Unidos aportó el 45.7 por ciento y el Reino Unido, sólo el 2.5 por ciento.

¿Por qué buscar entonces con tanto celo, realizar visitas de Estado a países como Turquía por ejemplo, y al Reino Unido? ¿Por qué el interés desmedido de tratar con esa deferencia a este último con el cual, desde el año 1993 al 2014 hemos tenido un déficit en 20 de esos 22 años y con Estados Unidos, por el contrario, desde el año 1995 siempre hemos tenido un superávit que alcanzó, el año 2014, un monto superior a los 123 mil 611 millones de dólares americanos?

Revisemos con cuidado las cifras de nuestro comercio exterior y, con base en ellas, ¿por qué no definir con quiénes profundizar y estrechar nuestras relaciones?

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