David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Ago, 2013

Momento drama

Todavía hace unas semanas había quienes hablaban del Momento México o Mexican Moment (porque suena más chic) y decían que el país estaba de moda, que ya había dejado atrás a otras naciones como Brasil y que, sin duda, todo el mundo volteaba a ver a México.

Se frotaban las manos diciendo cómo lo iba a aprovechar el país y ya hasta se veían como voceros del nuevo milagro económico mexicano. Aseguraban que la simple presencia del PRI en el gobierno y el solo nombre de Enrique Peña Nieto iban a desatar una lluvia de reformas que harían crecer a México.

Cuando se anunció el Pacto por México se hacía creer que el país había encontrado la panacea para hacer cambios estructurales y que, ahora sí, los políticos antepondrían los intereses del país por encima del interés de sus partidos.

Aseguraban que el país podría estar creciendo a tasas superiores a 4% este mismo año. Ahí están, como prueba, las encuestas de los mismos analistas privados que hoy están tirados al drama económico.

A contracorriente había quienes señalábamos que el llamado Momento México era un espejismo en cuanto no se dieran cambios fundamentales en el país.

Los elementos de esta visión eran que siempre un nuevo gobierno genera esperanzas, pero eso no garantiza absolutamente nada. Ahí está el ejemplo de Vicente Fox,  quien desperdició todo su capital político en mariguanadas.

Segundo. Creer que el Pacto por México iba a solucionar los problemas no sólo es una grave falta de confianza en las instituciones y es lo mismo que creer que las abejas no picarán, aunque mueran al perder el aguijón. Los partidos políticos están hechos para llegar al poder y mantenerse en él, por lo cual no tienen empacho en traicionar los mejores intereses de los mexicanos a favor de los personales o de su partido.

Tercero. El cambio de opinión sobre México se fundamentó en el cambio de discurso, puesto que durante el gobierno de Felipe Calderón prácticamente sólo se hablaba de la lucha en contra del narcotráfico y que el precio de las materias primas bajó afectando a economías como la de Brasil. Esto hizo evidente sus graves fallas económicas.

¿Reformas?

Había quienes esperaban que el primer año de gobierno se viera favorecido por los efectos positivos de la reforma laboral; sin embargo, el saldo hasta el momento es de cero o casi.

De hecho, el empleo se está contrayendo a niveles similares a los de hace diez años, en buena medida por la crisis de la industria de la construcción que fue gravemente subestimada por el gobierno de Peña Nieto, en buena medida por la nula experiencia de los funcionarios que puso en el sector. Quizá buenos para la política, pero bisoños como pocos en materia de vivienda.

Peor aún, hay fuertes cuestionamientos de la iniciativa privada sobre esta reforma, puesto que realmente no flexibiliza las condiciones de contratación ni tampoco ofrece mejores condiciones para los trabajadores.

Peor aún, tampoco se han formalizado los empleos como se prometía y la Secretaría del Trabajo, encabezada por Alfonso Navarrete Prida, anunció un programa piloto que hasta el momento no ha tenido ningún impacto positivo.

Se dijo que la reforma educativa generaría un cambio radical al país. El temor a los violentos de la CNTE ha dejado esta reforma prácticamente en letra muerta, pues los partidos han optado por decir que no tienen acuerdo en el corazón de esta iniciativa, por lo que podría quedarse simple y sencillamente en eso: letra muerta.

Hay quienes dicen que lo único bueno fue la detención de Elba Esther Gordillo. Sin prejuzgar sobre la culpabilidad o no de la líder del SNTE, puesto que se trata de un juicio en proceso, la realidad es que parecería más un acto de revancha social que no cambió absolutamente nada.

Telecomunicaciones

Había iluminados del rencor quienes aseguraban que la reforma a las telecomunicaciones, incluidos los cambios a la Ley Federal de Competencia, acabaría con los monopolios, lo que generaría cascadas de inversiones tanto en telefonía como en  radio y televisión.

Hasta el momento no ha pasado realmente nada que no sea teatro por todos lados. Las leyes secundarias no están hechas y, como sucede siempre con los partidos políticos, las presiones están a todo lo que dan para acomodar a los comisionados.

Quien crea la versión, absurda, de que de pronto se dieron cuenta que tres días no eran suficientes para evaluar a los candidatos al Instituto Federal de Telecomunicaciones es verdaderamente ingenuo. La lista de candidatos que envió el Presidente parecía una invitación al rechazo y que se había hecho al modo de si no pasan los míos tampoco los tuyos, tal como lo establecimos en su momento en este espacio. Ahora lo están tratando de cambiar.

Financiera

Se aseguraba que el paquete financiero generaría más créditos y a menor tasa de interés.

Hoy no analizaremos el peligro de esta afirmación; no obstante, sí diremos que hasta el momento poco o nada se ha avanzado en torno a estas leyes que buscarían dinamizar al sector financiero.

Obviamente, es muy pronto para hablar sobre la reforma energética, pero sí habría que establecer que, aprobándose en los términos enviados por PRI y PAN, los resultados tardarían en verse.

Decepción

Quienes se creyeron el Momento México hoy están francamente decepcionados, han tirado sus estimaciones económicas y ya hasta hablan de que el país camina hacia una crisis y comienzan a exigir medidas urgentes.

Los que creen en gobiernos milagro siempre terminan decepcionados y con crisis de histeria. La realidad es que ni México estaba tan de moda cuando inició esta administración ni está tan mal.

Parecería que hay muchos mexicanos que no han entendido que, más allá de grandes discursos, lo que se requiere es continuidad en el esfuerzo económico. Que el cambio se construye con años y años de políticas económicas correctas y no con la emoción sin fundamento de algunos, que termina en decepción.

No hay duda de que México tiene solidez institucional, pero hace falta menos expectativas falsas y más trabajo a favor del país.

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