David Páramo

Análisis superior

David Páramo

26 Feb, 2014

Bours, doble monopolio

La mayoría de la gente, incluso algunos legisladores, creen que los monopolios sólo son unos muy pocos, los que Andrés Manuel López Obrador llama los de siempre (exceptuando al que financia sus movimientos), y que por lo tanto se requiere una Comisión Federal de Competencia Económica con un cañón verdaderamente poderoso y prácticamente omnímodo.

Si bien es cierta la preocupación de líderes de iniciativa privada de que no exista una adecuada red de pesos y contrapesos que permitan al acusado una adecuada defensa, también es comprensible la irritación que generan las prácticas monopólicas y abusivas de algunos, así como su impacto negativo que tienen en la economía, entendida no sólo como la competitividad de las empresas sino, lo más importante, el bolsillo de los mexicanos.

Hay familias que gracias a las prácticas abusivas y gandallas han consolidado su poder. Un caso de ellos es el de la familia Bours, quienes por la vía del abuso han incrementado su riqueza y capital.

Los más recientes ejemplos están en Bachoco, con el incremento en el precio del pollo. Durante los últimos años, particularmente a raíz de los brotes de gripe aviar, se generó una gravísima especulación en el precio del pollo que no se justificaba ni geográfica ni económicamente, puesto que era producto de una especulación organizada en primer lugar por esa empresa.

Ante la poca efectividad de las acciones de la Profeco, el gobierno ha tenido que abrir las cuotas de importación de pollo y huevo como una medida para controlar los precios; sin embargo, Bachoco logró darle la vuelta de una manera monopólica: primero pidió protección en contra de las exportaciones de Estados Unidos y luego compró activos en aquel país para ganar por cualquiera de las dos vías en detrimento de los consumidores.

Estas prácticas anticompetitivas que hasta el momento se han mantenido impunes, son parte de un modo de operación por parte de esta familia.

A través de Megacable han tomado acciones similares, puesto que, como ya demostró el Instituto Federal de Telecomunicaciones, presidido por Gabriel Contreras, han incurrido en prácticas de colusión en detrimento de la competencia al llegar a convenios con competidores (como lo hacen en el pollo) para dañar a sus propios consumidores.

Como hemos reiterado en este espacio, el IFT está ejerciendo un adecuado papel de regulador y no sólo aplicó una multa, sino que, además, les advirtió que detengan la práctica abusiva.

Los tiempos han cambiado y los gandallitas que usan su poder monopólico para tratar de imponer condiciones inaceptables en contra de la competencia y sus propios clientes, a quienes les niegan la posibilidad de tener acceso a los mejores productos en calidad, precio y oportunidad deberían ver la nueva realidad. Los abusivos como los Bours cada vez tendrán menos espacios de impunidad. Más vale que lo entiendan de una vez.

Bulbos

Es curioso cómo la historia se repite de una manera cíclica y la gente sigue sorprendiéndose como si jamás hubiera ocurrido.

Hay quienes ahora se sienten preocupados por el futuro de los bitcoin y las monedas virtuales en la medida que se hace evidente el nulo respaldo que tiene esta moneda y su inexistente seguridad como respaldo de valor.

Quienes se enamoraron de los bitcoins y llegaron a darles cotizaciones absurdas como que una de estas monedas equivalía a mil 200 dólares, actualmente se encuentra en poco más de 400 por dólar. ¿Realmente alguien cree que una moneda virtual, no respaldada por nadie, puede equivaler a tantas veces la producción y servicios de la economía más poderosa del mundo?

Se necesita ser ambicioso e ingenuo para, por ejemplo, preferir una moneda virtual que un peso, el cual se cotiza ligeramente arriba de 13 pesos por dólar.

El valor de una moneda tiene que ver con la confianza de la economía, la cual debe basarse en hechos reales, como la pertinencia de las medidas económicas y la capacidad de convertir la moneda en satisfactores económicos.

¿Cuál es la diferencia entre aquellos que en Holanda, a principios del siglo XVII, se metieron en un tren especulativo que les llevó a creer que un bulbo de tulipán podría tener un valor superior al de una vivienda?

Vamos, son mucho peores, por lo menos el bulbo de tulipán tenía un valor intrínseco y el bitcoin sólo ha servido para que algunos, como en todas las burbujas de este tipo, ganen dinero, es decir, fueron aquellos que lo pudieron convertir en algún bien.

En la historia de la humanidad se ha presentado una gran cantidad de historias de supuestos milagros económicos como la fiebre del oro en 1849, en San Francisco, Estados Unidos, y la más reciente en la década de los 90, cuando se creía que las empresas dotcom implicaban, según los muy ingenuos, un cambio de tal magnitud como la Revolución Industrial.

Hablaban de la desaparición de las tiendas y de la forma de la economía. Rápidamente se comprendió, no sin muchos quebrantos, que sólo eran una herramienta más del capitalismo a la antigua. Hoy empresas como Walmart siguen siendo las más grandes del mundo y las propias empresas basadas en el internet, como Mac, que destina un gran monto de ingresos a conseguir las mejores ubicaciones.

Las burbujas de especulación se repiten una y otra vez, lo único que cambia son los motivos. Quizá valdría la pena que leyeran Economía, un libro de Paul A. Samuelson y William D. Norhaus que se puede conseguir por 100 pesos en internet o por lo menos vieran Wall Street 2 y se les quitara lo ingenuos.

Tiempo

Hay quienes ya comienzan a ponerse un tanto tensos sobre si el Instituto Federal de Telecomunicaciones podrá cumplir con la obligación constitucional de entregar el estudio de preponderancia. Algunos opinan que esperarán a que sean enviadas las leyes secundarias del sector, pero esa visión está equivocada, a juzgar por la independencia con la que se ha manejado este instituto. Sea como sea, el tiempo pasa y ya se acerca el 9 de marzo, que es la fecha límite para el IFT.

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