Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

5 May, 2014

Recibimos señales cruzadas. Las buenas: que aumenta el empleo, pero las malas, que la productividad laboral sigue débil

El aumento del empleo, como está ocurriendo en México, es una señal de que el país crece, y eso es lo que todos queremos; pero los análisis del Banco Interamericano de Desarrollo y demás estudios en los centros de investigación del  país revelan que la productividad laboral es débil por la informalidad que aún existe, un lastre para la economía y la calidad de vida de los mexicanos.

Que el empleo crece, no hay duda. Recientemente se reportó un aumento de 17% en el número de altas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social comparado con el mismo primer trimestre del año anterior, cuando se registraron 256 mil nuevos trabajadores en la planta laboral mexicana.

Es también significativo que esos empleos, reportados por el presidente Peña Nieto se encuentren en el mercado formal. Bueno por los trabajadores y sus familiares que gozan de los beneficios económicos y sociales que les asegurarán protección en salud, jubilaciones, y demás servicios sociales.

Por su parte, el secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, añadió que con la participación de los gobiernos estatales y sectores productivos se alcanzaron metas en la formalización del empleo.  Informó que en el segundo semestre de 2013 se redujo la tasa de informalidad de los trabajadores que migraron a la formalidad.

Consecuente con lo que está pasando en nuestro país, la calificadora estadunidense, Fitch Ratings, confirmó la nota soberana de México en BBB+, luego de que el Ejecutivo hiciera pública la iniciativa de leyes secundarias para el sector energético.

De acuerdo con Fitch, las iniciativas que el ímpetu reformista de la administración Peña Nieto está instrumentando “constituyen un contrapeso a los desafíos que persisten en el país, como el bajo otorgamiento de crédito de la Banca comercial, la violencia que se vive en el país, la excesiva dependencia en los ingresos petroleros y la aún baja recaudación de otras fuentes internas”.

De la misma manera, Standard and Poor’s mantiene la calificación de México en BBB+, con perspectiva estable, un nivel que está en la antesala de su categoría “A”. Ese nivel se le otorgó a México en diciembre pasado, luego de la aprobación de la Reforma Energética a escala constitucional. Finalmente, la tercera calificadora internacional, Moody’s, ubica a México en su escala A3, nivel que le asignó en febrero pasado y que, por el momento, constituye el grado más alto de todas las calificadoras.

Por su parte, la fortaleza de la economía mexicana se ha visto también en su resistencia a la volatilidad financiera internacional, relacionada con el retiro de los estímulos monetarios del Banco Central de Estados Unidos, mismo que ha creado serios efectos en las otras economías intermedias, como la mexicana, y otras en desarrollo.

Las tres calificadoras han advertido algunos factores positivos que podrían influir en un aumento de calificación, serían: un más alto crecimiento económico; una disminución de deuda; y ganancias en “flexibilidad fiscal”, que permitan construir amortiguadores contra shocks externos.

Reconocen que también hay riesgos de bajas en las calificaciones por una caída en los ingresos petroleros que ponga en peligro la sostenibilidad fiscal, de no empezar a percibirse los efectos de las reformas estructurales en materia financiera y en finanzas públicas, ya logradas, pero que aún requieren de sus leyes secundarias. También asumen que la violencia, asociada al narcotráfico, no afecte la gobernabilidad general del país.

Es importante subrayar que Fitch mantiene la calificación a la deuda externa de México en BBB+ desde mayo de 2013, luego de que el Ejecutivo federal hiciera pública la propuesta de Reforma Financiera. Enfatizó dicha calificadora que confirmaba su calificación gracias a la estabilidad macroeconómica, baja vulnerabilidad de desequilibrios externos y un sistema bancario sólido.

En materia de las expectativas de crecimiento de la economía mexicana, sigue siendo cierto que todos los observadores dan importancia a que se dé la evolución esperada de un PIB en crecimiento a mejores ritmos en los próximos años, obviamente considerando el contexto mundial y regional en el que nos desenvolvemos.

En cuanto a los países de América Latina y el Caribe, se espera que crezcan en promedio 2.7% en 2014; que México sea del orden de 3%;  Brasil, 2.3% y Argentina, 1.0%. Los latinoamericanos exitosos del momento: Uruguay, Chile, Costa Rica, Paraguay, Colombia y Panamá, se proyectan con crecimientos en 2014 entre 3.5% y 7.0%, con Venezuela en -0.5 por ciento.

(*) Presidente de la Federación de Colegios de Economistas de la República Mexicana, A.C.

@acanovelez

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