Víctor Beltri

Víctor Beltri

28 Ago, 2014

La innovación: ¿medio o fin?

En la actualidad, la innovación es un concepto que se encuentra en boca de todo el mundo. Es evidente: la palabra se puede escuchar no sólo en la publicidad de muchas empresas, en logotipos o slogans a la medida, sino en la misma visión y misión de las mismas. Como si innovar fuera un fin en sí mismo y no un medio para llegar a una posición anhelada.

Es paradójico, pero lamentablemente cierto. Las empresas se plantean ser innovadoras, pero sin saber para qué. Es como si alguien se subiera a un coche y comenzara a conducir sin rumbo determinado. Como si comenzáramos a cocinar sin saber cuándo se va a consumir la comida, o por quién. La innovación, sin un propósito concreto, se convierte tan sólo en buenas intenciones. Intenciones que, al final del día, no sirven de nada.

Y es que, para que la innovación sea real, el primer requisito es precisamente ese: que sirva de algo. Suena a verdad de Perogrullo, pero la industria está llena de ejemplos que prueban que la utilidad, como requisito de la innovación, no siempre es tan evidente. Televisiones con supuestos avances que no sirven de nada, automóviles con dispositivos que se anuncian como indispensables pero nunca se usan. Dinámicas de grupo que terminan en abrazos. Cambios de imagen, nuevos coloridos, renovación de las oficinas. Recursos desperdiciados por creativos que, por ignorancia o falta de escrúpulos, hacen campañas meramente cosméticas y sin mayor repercusión. Supuestas innovaciones que no sirven en absoluto.

Sin embargo, no es suficiente que la innovación sirva de algo. La innovación, además de ser útil, debe reportar beneficios concretos. Medibles. Cuantificables. No necesariamente en dinero, pero es necesario poder medir el impacto de cada una de las acciones en la organización, y que pueden reflejarse en incrementos en la eficiencia, los márgenes o la productividad.

La innovación pone a las empresas en un lugar distinto. La evolución normal de las empresas marca una tendencia que permite, en la mayoría de los casos, prever lo que ocurrirá en un futuro cercano. Cuando ese proceso evolutivo sufre un cambio disruptivo que da un nuevo impulso, que mejora, que organiza y gestiona las actividades de una manera más eficiente, nos encontramos de frente con la innovación.

La innovación no es casual, ni producto de chispazos o genialidades. La innovación no depende de una sola persona, y ni siquiera de un sólo departamento. La innovación requiere de una cultura especial, de un compromiso que surge de la alta dirección y se transmite, permea, a todos los niveles. Las organizaciones preparadas para la innovación saben escuchar las ideas de sus empleados, y sobre todo están dispuestas a permitir que las ideas fracasen. Sí, que fracasen. Los innovadores están conscientes de la importancia de aprender de sus propios errores y no se desaniman ante los escollos que derrumbarían la estrategia de una empresa convencional.

Así, no es necesario tener un Steve Jobs en la plantilla, o haber inventado el nuevo iPod. No es necesario tener una empresa con un gran componente tecnológico, ni enfrentarse a procesos complejos. La innovación puede surgir en cualquier lugar, en cualquier industria, ante cualquier problema, e implica una cultura y capacidades especiales que han sido desarrolladas, y promovidas, para fomentar el surgimiento de las nuevas ideas.

Actualmente existen metodologías que, con base y fundamento científico, pueden transformar a las organizaciones y proyectarlas hacia nuevos retos, nuevas fronteras. Metodologías que han sido probadas con éxito en el mundo entero, y que permiten sistematizar los procesos de creación de pensamiento, que ayudan a generar nuevos desarrollos, nuevas invenciones. Modelos que permiten abarcar, de un vistazo, la totalidad de la organización y analizar, en las diferentes capas involucradas, las oportunidades de innovación que muchas veces ya están ahí pero que no se aprecian a simple vista. De estas metodologías, y muchos temas más relacionados con innovación sistemática, seguiremos hablando en las próximas entregas.

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