David Páramo

Análisis superior

David Páramo

10 Nov, 2014

Hay juego nuevo

El viernes por la tarde Grupo Salinas sorprendió con la determinación de vender la totalidad de sus acciones de Grupo Iusacell a AT&T en dos mil 500 millones de dólares, una cantidad que incluye deuda.

Hace no mucho tiempo, y ante los insistentes rumores de que Telefónica México compraría Iusacell, Ricardo Salinas dijo que no vendería su participación accionaria y que incluso analizaba la posibilidad de ampliar el negocio como resultado de la Reforma a las Telecomunicaciones. De hecho, anunciaron que buscarían un socio tecnológico.

Cuando Televisa anunció la venta de 50% de las acciones en la compañía de teléfonos móviles, funcionarios de esa empresa señalaron que gran parte de su decisión tenía que ver en que ellos sí estaban buscando una alianza con Telefónica y que al no concretarse, preferían concentrarse en el corazón de sus negocios.

Los recursos de esta operación se utilizarán para liquidar pasivos de Iusacell, así como la participación accionaria de Televisa en el negocio.

La operación estará sujeta a la aprobación de las autoridades que, de entrada, la ven con muy buenos ojos. El viernes en Lo Mejor, que conduzco en Excélsior Televisión, el comisionado presidente del Instituto Federal de Telecomunicaciones, Gabriel Contreras, consideró que la inversión es positiva para el país como resultado de la Reforma constitucional en materia de Telecomunicaciones y la aplicación de las normas a través del instituto.

Para ser muy precisos no se trata de la llegada a AT&T a México, puesto que hasta hace muy poco tiempo era un socio muy importante de América Móvil, lo que le da un conocimiento profundo del mercado mexicano, de sus necesidades y de las oportunidades de negocios que se pueden desarrollar en él.

Para Salinas Pliego fue, sin duda, una decisión compleja puesto que, en aproximadamente 20 años en el sector de las comunicaciones móviles y diez en Iusacell, fueron muchos años de ir contracorriente buscando condiciones de competencia adecuadas en las cuales pudieran desarrollarse más y mejores servicios a favor de los consumidores.

Sin embargo, en este punto analizó que lo mejor para la competencia es un tirador de gran tamaño y con una fortaleza financiera similar o incluso superior a la del preponderante en el sector de las telecomunicaciones.

Se mantiene Grupo Salinas en el negocio de la telefonía a través de Total Play que da servicios de lo que algunos denominan cuadrúple play.

AT&T había dicho hace unas semanas que no estaban interesados en comprar los activos que eventualmente venderá América Móvil, pero que analizaban diversas oportunidades de negocio en México. Prácticamente nadie podía anticipar que harían una operación de este tipo.

Cambios

Con esta empresa al mando del tercer grupo de telefonía móvil en el país se modifica radicalmente el panorama.

Primero. La competencia se vuelve en global por lo que habría que esperar un cambio en los equilibrios y en las formas tradicionales en las cuales se ejercen presiones y se marcan territorios. De hecho, este punto se volvió evidente con la Reforma constitucional en Telecomunicaciones y las acciones que ha tomado el IFT.

Segundo. Telefónica tendrá que dar una muestra de poder si quiere mantener su posición de mercado, que hoy se ve fuertemente amenazada.

Tercero. La venta de activos de América Móvil sigue complicándose. En esta columna hemos sostenido que, más allá del interés de la empresa, destaca el hecho de que hay pocos postores y mucho menos dispuestos a pagar precios muy elevados cuando no se sabe bien a bien qué será vendido.

Cuarto. La competencia se vuelve mucho más interesante a favor de los competidores.

Posponer

Muy sorprendente la determinación del Presidente de la República de revocar la licitación del tren de alta velocidad entre la ciudad de México y Querétaro. Todavía el jueves el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, había defendido vehementemente el fallo que hoy cumple una semana.

Sin embargo, ese mismo día Enrique Peña Nieto tomó la decisión de posponer seis meses la licitación, con lo que da tiempo a que se haga un proceso en el cual se borre cualquier sombra de dudas y se genere un ambiente positivo de cara al resto de las licitaciones.

Parecería que el jefe del Ejecutivo no sólo estaba pensando en el tren México-Querétaro sino pensando en el resto de las licitaciones que se hacen entre un grupo muy pequeño de empresas que construyen trenes de esta características.

El gobierno tomó una decisión sorpresiva que busca disminuir a su mínima expresión las dudas o sospechas que se presentaron  (algunas francamente ridículas como las de cierto sector del PAN) y, adicionalmente, tejer un hilado muy fino con el gobierno de China que hace las cosas de un modo francamente exótico.

Violencia

Es evidente que el secuestro y presumiblemente brutal asesinato de 43 jóvenes ha prostituido el dolor de padres de familia e indignación de la sociedad, para convertirse en un pretexto para la barbarie y la desestablización.

Grupos que roban, incendian, vandalizan de ninguna manera tienen justificación. En esta columna hemos advertido de la creciente violencia y los daños que genera para todos los mexicanos.

Hay grupos de idiotas útiles que han confundido la irritación con alentar a grupos de delincuentes embozados quienes no quieren justicia, ni siquiera venganza, sino destruir al Estado mexicano que, tristemente, ha sido demasiado tolerante con estos actos.

Parecería que existe una suerte de culpa inducida en el gobierno federal por algo que no hizo. No fue Enrique Peña Nieto ni ningún miembro de su administración quien ordenó el secuestro y eventual asesinato. Fue el entonces presidente municipal de Iguala que tuvo la complicidad, quizá por omisión, del gobernador de Guerrero, ambos emanados del PRD.

Es momento que el gobierno tome acciones determinadas para imponer el orden. Una cosa es permitir la protesta y otra es no aplicar el legítimo uso de la fuerza por parte del Estado en contra de quienes prostituyendo una indignación legítima atentan en contra de la mayoría de los mexicanos.

El gobierno, comenzando por los locales de Guerrero y el Distrito Federal, debe entender que estos grupos no quieren negociar, no pretenden hablar sino destruir y llevarlos al orden no es reprimirlos.

El empuje de las reformas estructurales, sumadas a la estabilidad económica, pueden acabarse si la autoridad incumple su función de reducir a quienes violan la ley.

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