Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

18 Dic, 2014

¿Veremos aquí otro Sendero Luminoso? ¿Quién será el Presidente Gonzalo, versión Conasupo?

El salvajismo reciente de los trasnochados que abundan en Guerrero, Michoacán y Oaxaca, desfasados históricamente medio siglo que hoy sueñan con hacer la revolución armada e instaurar el socialismo, los hace ver como una copia burda de las hordas animalescas de los Guardias Rojos de la Revolución Cultural en la República Popular China y también, como la copia ridícula de las huestes enloquecidas del Presidente Gonzalo y Sendero Luminoso en Perú.

Sin embargo, a esa tragedia se une otra; más grave quizás que la de aquellos nazis de huarache, integrantes de la CNTE, la CETEG y grupos con un objetivo similar. Dicha tragedia no es otra, que el silencio cobarde y cómplice de los integrantes del ejército de la corrección política. 

La cobardía y el oportunismo son las principales características que los distingue e identifica; ellos, jamás dispuestos a quedar mal con alguien, prefieren sufrir toda afrenta antes que señalar y condenar a grupos como aquéllos los cuales, mediante la violencia ejercida con una sevicia que llega a la insania, destruyen propiedad pública y privada, roban y secuestran a personas inocentes y ahora, cual alemanes en los años del nazismo, hacen escarnio de personas inermes.

El discurso de los políticamente correctos, que les permite presentarse como modernos y democráticos busca, antes que cualquier otra cosa, elevar el número de integrantes de ese ejército de convenencieros; usan de manera perversa viejos y desgastados clichés, que hoy sólo seducen a los ingenuos.

Temerosos de ser señalados como panegiristas de lo que gobernantes y funcionarios cobardes llaman represión, guardan un silencio cómplice ante grupos vandálicos que escudados en causas legítimas que les son ajenas, viven permanentemente cometiendo delitos.

Se cubren con ese discurso facilón, que nada dice y con nadie queda mal; es un discurso que a todos complace por su vacuidad y oportunismo el cual, lo han perfeccionado al grado de caer siempre parados. Al no ser incómodos por lo inocuo de sus planteamientos, lo mismo sirven para un barrido que para un fregado; son, para utilizar una figura conocida, el florero que adorna, y a nadie incomoda.

Sin embargo, la gravedad de los problemas producto de la pasividad y renuencia a hacer respetar la ley de gobernantes irresponsables y miedosos, más temprano que tarde lleva a los políticamente correctos a tener que definirse, así sea de manera vaga y rebuscada. Les molesta y preocupa tener que dejar su aparente imparcialidad la cual, lo único que busca es encubrir su oportunismo, y la búsqueda de prebendas y posiciones bien remuneradas.

Hoy, llegamos ya a ese punto; si bien les es difícil permanecer más tiempo en la cómoda indefinición, los políticamente correctos buscan el bending salvador para eludir el golpe que los obligaría a definirse o bien, recurren a su verborrea ininteligible o a los viejos clichés para confundir y no verse obligados a definirse.

Ante la violencia irracional de quienes dicen promover la revolución armada para construir el socialismo, ¿qué queda? Sólo preguntar quién será aquí el equivalente del peruano Abimael Guzmán, Presidente Gonzalo.

Por lo demás, ¿a cuántos políticamente correctos conoce usted, y padece?

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