Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

13 Ene, 2015

Pues sí, la realidad se impuso; los que se negaban a aceptarla debieron recular. ¿Qué dirán ahora?

Dicen los que saben de esto, que no hay peor ofensa para un político soberbio, que tener que aceptar públicamente —de manera franca y clara, o sibilina y rebuscadamente—, que las posiciones que neciamente se obstinó en mantener y propalar durante años como correctas y obligadas, no lo eran sino por el contrario, eran totalmente incorrectas y su aplicación dañina en grado tal, que a los gobernados significó un sinfín de perjuicios, y al país un altísimo precio a pagar.

El párrafo anterior resume lo que hoy vemos en Cuba y dentro de muy poco en Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y también por el rumbo de Corea del Norte.

Ante esa realidad usted preguntará —con justa razón—, si a México le llegó ya la hora de recular en no pocas de sus políticas públicas las cuales —imposible negarlo o tratar de ocultarlo—, están erradas o, dado lo descuidados y apáticos que somos, no sólo ya se dio esa rectificación sino que a la casi totalidad de nosotros, nos pasó de noche.

La verdad de lo sucedido, es algo intermedio; apenas hemos dado dos pasos en la dirección correcta. El primero consistió —a contrapelo de quienes afirmaban que los sucesos en Guerrero no habían afectado la imagen de México en el exterior—, en la afirmación del secretario de Hacienda hace unas semanas —en un discurso público—, en el sentido de que la imagen de México había sido dañada en el exterior, y también aquí.

El segundo paso de esa larga marcha, lo debió dar también el mismo funcionario; hace seis días, este 7 de enero, dijo que de caer los ingresos del  erario, la única medida a tomar será el recorte del gasto, y no un aumento de impuestos ni la contratación de más deuda. 

Esa marcha que debemos concluir a la brevedad, está conformada por muchos pasos como los arriba mencionados; de concluirla con éxito —si no vacilaremos y fuéremos responsables—, sentaríamos las bases para construir sobre ellas un México diferente y moderno en el cual, como una regla de oro, habría que hablar con la verdad por dura que ésta pudiere ser.

 Además, en ese nuevo país, no sólo deberemos hablar con la verdad sino desterrar también, toda cortapisa por parte del poderoso que gusta todavía hoy de impedir todo comentario que califica, dada su cortedad de miras e intolerancia, como negativo, o desfavorable para él y su gobernación.

¿Qué significa entonces lo dicho por el secretario de Hacienda? Simplemente el reconocimiento de lo que algunos hemos dicho: la caída brutal del precio del barril de la Mezcla Mexicana de Petróleo (MMP) sí podría tener efectos negativos para las finanzas públicas y ante ellos, la única salida correcta sería, sin duda, recortar el gasto lo que debió aceptar el secretario.

¿Qué harán ahora los que repitieron, una y otra vez, que nada nos afectaría y triunfalistas como pocos, afirmaron que no habría —durante este año—, problemas en las finanzas públicas y la Balanza de Pagos? ¿Aceptarán que se equivocaron, y algunos renunciarán? Ni que fueren japoneses. 

Por lo demás, ¿quién en su sano juicio podría afirmar que con un precio de 40.00 dólares el barril
—cuando hace poco rondaba los cien—, no habría consecuencias negativas? En aras de conservar el cheque, ¡nuestros funcionarios!

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