David Páramo

Análisis superior

David Páramo

21 Ene, 2015

Discusión estancada

Quizá un lugar común, dentro de la prensa financiera de los últimos cuatro o cinco años, ha sido llenar espacios en el primer trimestre del año en el que se renueva la presidencia de la Asociación de Bancos de México (ABM) con especulaciones sobre cómo debe cambiar esta organización gremial o cuáles son los retos del nuevo presidente.

Muchas de estas versiones parecerían parte de un machote o refrito, puesto que en este lapso no se han dado grandes cambios en la organización. Quizá el momento más interesante fue cuando, aparentemente, iban a separarse algunos creando una nueva asociación que, al final del día, no fue de bancos sino de otros intermediarios financieros.

También tiene que ver con la posición, reiterada, de algunos que les gustaría ver que el crecimiento en el número de asociados presentara caras nuevas o algo como eso. Vamos, no han faltado los que quieran cambiar el esquema establecido en que cada institución representa un voto y que las cuotas se pagan de acuerdo con el tamaño del banco.

En algún otro momento se redistribuyeron las presidencias con base en la capitalización del banco o la forma en la que operan en el país.

Sin embargo, hay una mosca que zumba una y otra vez sobre vientos de cambio. No pasan de ser simples dichos o quizá una manera de mantener el tema bancario presente de cara a la convención que se realizará en Acapulco a finales de marzo.

Hay quienes, por ejemplo, hablan de la necesidad de tener caras nuevas en el liderazgo. No obstante, la baraja termina siendo muy limitada entre los que tienen capacidad y tiempo para ocupar puestos de representación gremial.

Liderazgos

La cara más nueva que se ha planteado es la de Luis Peña quien ya ha sido vicepresidente de este gremio en dos ocasiones, es decir, no se trata como algunos han hecho creer de un perfecto desconocido en las posiciones gremiales.

Ciertamente, se alejó durante los últimos cuatro años y eso le ha restado visibilidad ante los verdaderamente nuevos que representan los muchos bancos que han surgido en los últimos años, algunos difíciles de conocer en un sector económico altamente concentrado en seis o siete instituciones.

Los estatutos de la ABM señalan que su presidente debe ser presidente o director general de una institución, es decir, un hombre clave dentro de la empresa que paga su sueldo. Acudir a eventos gremiales, de iniciativa privada o incluso a los actos públicos implica la utilización de recursos.

Si el banco para el que trabaja tiene aviones es más fácil que se desplace o que, en su momento, tenga que perder todo el día acompañando al Presidente de la República en alguna gira de trabajo.

Aun cuando no se trata de una regla escrita, generalmente el presidente de la ABM tiene que poner a la disposición del gremio una buena parte de la infraestructura de la institución que comanda. Seamos claros, no es lo mismo la capacidad de análisis de un banco pequeño o especializado de la que tiene uno de los que son partes de conglomerados mundiales.

Si bien es cierto que, supuestamente, los trabajos se realizan dentro de la ABM, la asociación no cuenta con recursos propios en la mayoría de los casos para enfrentar los retos que plantea el gremio. Piense en los análisis que deben hacerse sobre temas tan diversos y tan sólo habría que voltear a ver el reto que implicó y sigue siendo la Reforma Financiera para la banca mexicana.

De hecho, si alguien quiere hablar sobre el reto de la nueva presidencia de la ABM, no sólo de su presidente, tiene que ver con no sólo mantener una participación proactiva con la autoridad en aterrizaje de la reforma sino evitar sustos en su implementación.

Participación

Otro de los grandes mitos sobre la ABM es que los comités son tomados por los más grandes y que no se le permite a los pequeños participar. Realmente no suena lógico pensar que en los 150 comités que tiene esta organización gremial haya un interés muy marcado de los ocho o quizá hasta 10 principales bancos del sistema.

Lo que suele suceder es que los bancos de menor tamaño no tienen el personal suficiente para ocupar posiciones. Una medida inteligente sería que si alguna institución de crédito tiene un interés particular sobre un tema pudiera participar o, incluso, presidir ese comité en tanto se logra una interlocución adecuada con el gobierno.

Es necesario tener presente que entre mayor sea el capital de una empresa menos requiere de la representación gremial. Es absurdo creer que Bancomer, Banamex, Banorte, HSBC, Santander, Azteca, Inbursa necesitan estar en una asociación para ser escuchados por la autoridad.

De hecho, la determinación que ha tomado desde hace mucho tiempo la ABM es que sólo atenderán asuntos que tengan que ver con todo el gremio y que los casos particulares corresponden a cada una de las instituciones. El esquema de vicepresidencias ha permitido que los casos de un sector determinado dentro de la banca escalen a temas gremiales.

Robles Miaja

Muchos son los que pretenden decirle a Luis Robles Miaja y quienes integrarán su comité de dirección cómo deben manejar la Asociación. Es seguro que estará Peña y algunos otros que han mostrado gran interés, incluso hay hasta dos candidatos para alguna de las vicepresidencias.

En ninguno de los casos se trata de improvisados o nuevos, puesto que todos son directores de instituciones que tienen buenos números; así que ponerse a decir cómo deben manejar su negocio se encuentra en la frontera entre lo ocioso y lo ridículo.

Será la determinación de los miembros de la ABM como se organizan y, quizá lo más importante, serán ellos quienes determinen cómo se deben hacer las cosas puesto que la receta no puede salir de sabiondillos que creen que lo conocen todo.

Por lo demás, el también presidente del consejo de administración de Bancomer ha tenido mucho tiempo para elaborar el esquema con el cual plantea presidir, por primera vez de una manera oficial, el gremio del que ha sido referente por más de una década.

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