Víctor Beltri

Víctor Beltri

29 Ene, 2015

El índice Bloomberg

Tres años. Tres

 

Hemos hablado, en entregas anteriores, de la importancia de generar una cultura de innovación no sólo en el plano personal o profesional, sino en las comunidades enteras. Es natural: los países que estén más abiertos a la innovación tendrán más oportunidades en el futuro, y estarán mejor preparados para competir en el entorno actual. Los cambios en la situación económica y geopolítica podrán ser asimilados con mayor rapidez, y la planta productiva en general podrá ser más competitiva frente a los rivales externos.

En días pasados, el portal de negocios Bloomberg publicó un Índice Global de Innovación, en el cual se clasificó a los 50 países más innovadores del mundo tomando en cuenta seis parámetros distintos y comparables. Aquí una noticia triste, pero que tampoco es sorpresiva: nuestro país no llega ni siquiera a ser incluido en la lista. Los seis parámetros comparados en este índice son un fuerte llamado de atención, al tiempo que una guía para entender en dónde se encuentran nuestras áreas de oportunidad.

En primer lugar, investigación y desarrollo. El ejemplo claro es Corea del Sur, un país que en la década de los 50 tenía un PIB per cápita comparable al de Ghana: el avance imparable de la economía coreana se ha basado no sólo en el éxito de las políticas públicas, sino en el trabajo conjunto de academia e industria. Samsung, por ejemplo, es una organización en la que la innovación es una práctica sistemática, en la que la mayoría de los empleados saben aplicar Triz en sus tareas cotidianas. No es casualidad.

En segundo lugar, la manufactura. No la manufactura tradicional, sino la de alto valor agregado. Efectivamente, no es lo mismo elaborar sillas de madera de pino que instrumentos de precisión para la industria pesada o fármacos de última generación. La manufactura de productos de alto valor agregado es sólo el extremo de una cadena en la que todos los eslabones deben estar alineados, desde la propia planta productiva hasta la academia o los centros de investigación independiente. Suiza es el país líder en este campo.

En tercer lugar, la cantidad de empresas de alta tecnología. Como en el punto anterior, las empresas con estas características tienden a ser un polo de desarrollo, alrededor del cual crecen nuevas empresas, nuevas industrias, productos y servicios de mayor calidad para adecuarse a los nuevos requerimientos. Estados Unidos es, gracias a compañías como Google, Microsoft e incluso la controvertida Monsanto, líder indiscutible.

En cuarto lugar, la educación ‘post secundaria’. En concreto, se miden cuatro apartados: la educación post secundaria como porcentaje de la población en edad escolar; el porcentaje de la fuerza laboral con un grado escolar avanzado; el número de graduados en ciencia e ingeniería que se incorporan a la fuerza laboral, y la proporción de egresados en ciencia e ingeniería en relación al número total de egresados de educación avanzada. Corea del Sur tiene las calificaciones más altas en este rubro.

En quinto lugar, la cantidad y calidad de sus investigadores. Y su versatilidad: los cinco primeros lugares son un ejemplo claro: Finlandia, que ha sabido utilizar sus habilidades ingenieriles para detonar una industria boyante como la de los videojuegos; Islandia es un líder en investigación genómica; Dinamarca en farmacéutica; Israel es líder en software, y Singapur en electrónica. Estos países han sabido apuntar en la dirección correcta, y ahora son verdaderas potencias en la nueva economía mundial.

En sexto lugar están las patentes, cuya abundancia demuestra el interés por la investigación, la ciencia y la tecnología. Corea está, de nuevo, a la cabeza en este punto.

¿Cómo estamos en México? ¿Las políticas públicas, los programas de las universidades, las inversiones de los empresarios van en este sentido? Lo invito a continuar la conversación a través de Twitter o de mi correo electrónico, donde responderé con gusto a sus preguntas. Innovemos juntos.

vbeltri@duxdiligens.com

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