Víctor Beltri

Víctor Beltri

7 May, 2015

¿A dónde vamos?

Una de las dificultades más comunes, en el momento de abordar un problema, es tener la capacidad de enfrentar varias perspectivas. Es normal, hasta cierto punto: la propia formación, las experiencias previas, las restricciones y limitantes de cada situación particular. Circunstancias que influyen, y también limitan, la solución que elijamos.

Así, ante cualquier problema nuevo, tratamos de resolverlo de acuerdo con soluciones que ya conocemos. Soluciones con las que nos sentimos seguros, no tanto porque resuelvan el problema al que nos enfrentamos, sino porque son aquellas con las que nos sentimos cómodos. Aquellas que sabemos utilizar, y tratamos de adaptar a una situación específica, aunque no sean las más adecuadas.

Es tan común esto, que, incluso, tenemos un refrán para ilustrarlo: “para el que tiene un martillo, todo tiene cara de clavo”. Es evidente el riesgo que esto implica. La experiencia puede jugar en dos sentidos: en el primero, enriquece y fija un marco de referencia más amplio; en el segundo, constriñe y limita a un marco de acción específico.

Es un lugar común, pero, si seguimos haciendo las cosas de la manera actual, seguiremos resolviendo los problemas de la misma forma. Y la manera actual de hacer las cosas no sirve, y los problemas no se están resolviendo. Hoy, parece claro que las estrategias con las que estamos tratando los principales temas de la agenda pública no están funcionando.

Y no funcionan porque son, básicamente, las mismas estrategias desde hace décadas. Programas basados en planes, y no en resultados. Planes que no están bien planteados, que no tienen estructura, en los que no hay una cadena de responsabilidad definida y los efectos se diluyen al no estar bien enfocados. ¿Qué valor tiene una política económica que no mejore las condiciones de vida de los ciudadanos? ¿O una política de seguridad que, en pocas palabras, provoca mayor inseguridad?

Los acontecimientos más recientes son abrumadores, porque ponen en evidencia los resultados de una política equivocada. Hace casi nueve años comenzamos una guerra en contra del narcotráfico que hoy nos tiene en una situación en la que los delincuentes desafían al Estado y el consumo no ha disminuido, sino al contrario. Una guerra para la que no se sabía lo que supondría una victoria: si el objetivo de la misma era disminuir la violencia, queda claro que no se ha conseguido; si era reducir el consumo, el saldo es negativo; si era encarcelar a todos los delincuentes, el resultado sería simplemente inalcanzable.  ¿Qué es lo que queremos alcanzar, como sociedad, con el modelo actual de combate a las drogas? ¿Qué es lo que estamos buscando? ¿Queremos tener una sociedad libre de adicciones? Entonces el camino es aplicar la ley, terminar con la corrupción, cortar las vías de acceso a las armas y al dinero, y educar, informar y regular el consumo.

¿Queremos reducir la violencia? Entonces el camino es aplicar la ley, terminar con la corrupción, cortar las vías de acceso a las armas y al dinero, y educar, informar y regular el consumo. ¿Queremos erradicar por completo el consumo, terminar de una vez con la violencia, acabar con todos los narcotraficantes y generar además ingresos para el Estado? Es completamente irreal, pero de cualquier manera el camino es aplicar la ley, terminar con la corrupción, cortar las vías de acceso a las armas y al dinero, y educar, informar y regular el consumo.

Es momento de abordar nuestros grandes problemas bajo una perspectiva distinta, una perspectiva enfocada a resultados. Es necesario definir a dónde queremos llegar para saber si nuestros pasos son los correctos. La definición de un futuro posible, y los pasos para conseguirlo, también es innovar. Lo invito a continuar la conversación a través de Twitter o de mi correo electrónico, donde responderé con gusto a sus preguntas. Innovemos juntos.

 

vbeltri@duxdiligens.com

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