Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

1 Jul, 2015

Bush

La inmensa mayoría del contenido en internet es inaccesible para la gente, que debe conformarse con navegar sólo la superficie. El resto, lo imposible de encontrar por medio de los buscadores habituales, es conocido como deep web y se presume que es el refugio de incuantificables crímenes cibernéticos. El Pentágono, sin embargo, ya desarrolló una opción nueva para bucear en ese misterioso océano.

Sabedor de que Google, Bing y Yahoo! apenas nos permiten ver alrededor del 5% de lo que existe en la red, Chris White, joven ingeniero de la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación del Departamento de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés), creó un nuevo software capaz de descubrir sitios escondidos por medio de sofisticados encriptamientos, en los que se ejerce el tráfico sexual y se comercia clandestinamente con drogas y armas.

Entrevistado el pasado 8 de febrero en el programa 60 Minutes de la cadena CBS, White dio una demostración de su novedoso motor de búsqueda al que –no casualmente– bautizó como Memex, palabra que este mes cumple 70 años de haber sido inventada por Vannevar Bush (1890-1974), afamado científico estadunidense que formó parte del Manhattan Project, un grupo secreto de especialistas comisionado por Washington para desarrollar la bomba atómica.

Originario del estado de Massachusetts al igual que George Herbert Walker Bush, el ingeniero Vannevar no guarda parentesco alguno con el expresidente estadunidense que emprendió la Guerra del Golfo a principios de los 90. Ni tampoco tienen en común la vocación bélica, aun cuando ambos participaron activamente en la Segunda Guerra Mundial, uno como aviador de la Marina y otro como jefe de desarrolladores de tecnología para las fuerzas armadas.

Aunque leyendas urbanas aseguran que también estuvo involucrado en supuestas pesquisas sobre ovnis, el legado más famoso de Vannevar Bush fue publicar, un mes antes de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, un ensayo en el que vislumbró un horizonte más humanitario para una generación de físicos, biólogos y médicos que, obligados por el conflicto bélico, dedicaron su talento a crear instrumentos de destrucción. En tiempos de paz, pensó, podrían aportar su ingenio para construir un mecanismo capaz de almacenar y sistematizar lo mejor del conocimiento y ponerlo fácilmente al alcance de las personas, de manera sencilla y ordenada.

Con el título As we may think (Cómo podríamos pensar), Bush dio a conocer sus reflexiones en el número de la revista The Atlantic Monthly correspondiente a julio de 1945. Además de postular una ciencia a favor de la vida y el beneficio colectivo, el artículo planteó una hoja de ruta que aprovechara las tecnologías existentes  con el fin de poner en manos de los ciudadanos la sabiduría para mejorar sus vidas. Lo asombroso es que sus teorías cobraron vida en dispositivos que, con el paso de las décadas, se volvieron de uso cotidiano.

Imposible de sintetizar en pocas líneas, los interesados pueden consultar el ensayo completo en español, traducido y comentado por Juan Voutssas, académico del Instituto de Investigaciones Bibliotecnológicas y de la Información (IIBI) de la UNAM, quien destaca cómo Bush concibió –mucho antes de que existieran– el fotocopiado, el fax, los discos magnéticos y los escáner; a éstos habría que añadir el dictado electrónico por medio de voz, el hipervínculo y el concepto de Big Data.

Pero la principal revelación de As we may think fue justamente el Memex, una estación de trabajo que resultó visionaria aunque nunca fue construida como la ideó Bush: un escritorio con teclado, pantallas y miles de textos e imágenes archivados en microfilms, dotados de un mecanismo para la rápida localización de datos. En el canal SheffieldLibraryGuy de YouTube existe una animación que muestra cómo funcionaría aquel hipotético aparato que sería la semilla conceptual que inspiraría a la creación de la computadora personal, el internet, Google
y Wikipedia.

En su hoy septuagenario ensayo, Vannevar Bush escribió que el espíritu humano se elevaría enormemente si fuera capaz de revisar su pasado sombrío. Es tarea del contemporáneo Memex –proyecto al que la NASA recién se sumó en mayo– perseguir a los oscuros criminales que valiéndose del progreso sabotean el futuro.

                marco.gonsen@gimm.com.mx

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