Víctor Beltri

Víctor Beltri

4 Feb, 2016

Detrás del Super Bowl

El próximo domingo, cuando los equipos que se enfrenten en el Super Bowl choquen sus cascos por primera vez ante el estruendo de la tribuna, los espectadores estarán asistiendo no sólo a un evento deportivo en sí, sino también a lo que será un despliegue interesantísimo de tecnología e innovación en el que las compañías patrocinadoras del estadio aprovecharán para mostrar las últimas tendencias en Silicon Valley.

La liga ha desarrollado una aplicación especial para el juego, que permitirá a los asistentes desde ver repeticiones instantáneas hasta ordenar bebidas que serán llevadas a sus asientos. Contenido especial ha sido desarrollado para el evento y se podrán observar los mismos comerciales que quienes lo hacen por televisión. La cantidad de información que se generará será impresionante, en el rango de los 16.5 terabites, lo cuál se comprende mejor si se toma como referencia que en el Super Bowl de 2015 fueron 6.6, mientras que en 2014 sólo 2.5.

El estadio Levi’s fue concebido con la idea de integrar por completo el teléfono celular con la experiencia del estadio, agregando valor al cliente y permitiendo que las operaciones sean más eficientes, reduciendo costos e incrementando los beneficios. Tiene capacidad para 70 mil espectadores, dos mil 400 pantallas de televisión, 600 cámaras de seguridad, 370 terminales de punto de venta, 49 millas de tubería para transportar cerveza y más de 400 de fibra óptica y cables de cobre. El sistema es capaz de registrar no sólo a quiénes acuden a los partidos, sino incluso cuál es su comportamiento dentro del estadio, los alimentos y bebidas que prefiere, el momento en el que utiliza los baños y, en realidad, mucho más: el uso constante de redes sociales en este tipo de eventos arroja una información valiosísima para encontrar nuevas oportunidades de innovación y eficiencia. A tales efectos, el estadio cuenta con más de mil 300 puntos de acceso WiFi con una capacidad de más de 40 Gb de ancho de banda, que es cuatro veces más de lo que la NFL contempla en sus especificaciones técnicas.

La seguridad es un tema importantísimo. A pesar de que los detalles, por razones evidentes, no pueden ser revelados, es sabido que las fuerzas de seguridad usarán distintas herramientas tecnológicas para buscar posibles riesgos tanto en el terreno de juego como en sus alrededores, en el aire y también en internet, donde se analizará el flujo de información en redes sociales y se procesará en el instante para detectar cualquier amenaza. La complejidad es impresionante, sobre todo si se toma en cuenta que el Super Bowl atraerá casi un millón de aficionados a la Bahía de San Francisco durante el fin de semana.

Las medidas de seguridad incluyen 600 cámaras de última generación, cientos de policías de paisano, helicópteros sobrevolando la zona –restringida para drones– e incluso cazas militares que estarán a la expectativa de prácticamente cualquier cosa: la ciudad contará con robots preparados para detectar y desactivar incluso armas de destrucción masiva. Todo controlado desde un centro de operaciones en el que se analizan, también, reportes telefónicos y de tráfico, cámaras de seguridad, patrullas de policía y todo tipo de información, en un evento que por su naturaleza sería un blanco perfecto para cualquier atentado terrorista.

La innovación llegará también a las televisoras, y CBS sacará a la luz su nueva tecnología con 70 cámaras que serán utilizadas para grabar el partido, mientras que el año pasado fueron tan sólo 40. En especial, se anticipa que las repeticiones de las jugadas serán espectaculares con una nueva tecnología llamada Eye Vision 360, que se supone puede dar una perspectiva de primera persona respecto a cualquier jugador. Habrán cámaras en el césped, y la SkyCam será más rápida que nunca, permitiendo tomas nunca antes vistas.

No cabe duda que será una gran fiesta, pero también un tour de force que arrojará mayores dudas sobre la viabilidad del siguiente gran evento deportivo del año, los Juegos Olímpicos en Brasil, comprometidos de por sí por la profunda crisis económica y social a lo que se suma la reciente emergencia sanitaria. Las decisiones sobre si seguir con la sede propuesta habrán de tomarse pronto, y los gringos están demostrando que podrían con un paquete que les caería del cielo en tiempos electorales.

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