Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

18 Abr, 2017

¿De vuelta a la realidad para esperar el próximo puente?

¡Sí! ¿Quién podría ponerlo en duda? México es, ¿quién se atrevería a negarlo al ver cuántos días vacacionamos al año, que somos un país más rico que Alemania y Suiza juntos?

Nuestra capacidad para holgar, es sorprendente. ¿Qué pensamos, cuando se acumulan días y días de descanso obligatorio a medida que transcurren los meses? ¿En verdad, podría alguien concluir que en verdad los merecemos? ¿Acaso nuestros niveles de productividad son tales, que podemos holgar casi sin medida?

¿Alguna vez se ha puesto a pensar si el país y sus condiciones dan, para decirlo claro, para tantos días de asueto? ¿Cuál es su posición al respecto? ¿Es de los que piensan que los mexicanos trabajamos mucho y por eso merecemos esos días de vacaciones, y aún más?

Sin duda, los mexicanos somos los que más días asistimos al lugar que nos ha sido asignado por parte de quien nos paga; sin embargo, ante la aseveración de que somos los que más trabajamos, media un abismo de diferencia. Repito, somos los que más días asistimos o si gusta, los que más días al año decimos trabajar, pero, éstas y otras afirmaciones similares, se encuentran a años luz de la realidad.

Desde hace muchos años, en todo país medianamente administrado, es la productividad lo que determina si los trabajadores y empleados que en él laboran, verdaderamente trabajan, o únicamente se contentan con asistir y hacer, como se dice coloquialmente, horas glúteo.

Los niveles de productividad en México, a excepción de unos cuantos bolsones donde, efectivamente, los niveles de ese indicador son equiparables a los que privan en los países que se han distinguido por su alta productividad y en consecuencia, por sus altos salarios, son de dar pena. 

Elevar la productividad, no es algo que se logre por decreto, o por el clásico voluntarismo ramplón de nuestros políticos. Muchos son los elementos que deben confluir para lograr una elevada productividad y, en consecuencia, para obtener mejores condiciones en lo que refiere a los sueldos y salarios de trabajadores y empleados. 

Sin embargo, una alta productividad no necesariamente significa más días de holganza; menos en las condiciones actuales en el mundo donde, la competencia por ganar mercados o conservar los que se tienen, es fiera y nadie da tregua alguna.

Durante no pocos años, algunos países europeos vivieron un espejismo que pensaron, no sólo que era real, sino que duraría toda la vida; Francia, por ejemplo. ¿Quién haya estudiado el proceso de pérdida de competitividad de casi todas las economías europeas, no recuerda los dos meses de vacaciones que los franceses tomaban año con año? 

Sin embargo, al tiempo que otras economías ganaban en competitividad, los trabajadores europeos mantuvieron sus demandas absurdas frente a la nueva realidad; cuando despertaron, la sorpresa fue desagradabilísima. Hoy pagan las consecuencias de esa borrachera; la cruda durará muchos años, y los sacrificios que deberán hacer en cuanto a condiciones laborales y beneficios sociales, serán de magnitudes históricas.

Y frente a esa realidad en otras economías, ¿qué hacemos aquí? ¿Acaso promovemos una cultura del trabajo, y una vida de ahorro y austeridad? ¡Por supuesto que no!

¡Somos mexicanos! El trabajo duro, y el ahorro y la vida frugal, no se nos da. Pero lo que sí se nos da a las mil maravillas, es la pachanga y las fiestas. En eso, hay que gritarlo para que sea escuchado, nadie nos gana. ¿Ya hizo la cuenta de los días que llevamos de holganza en lo que va del año? En ese mismo tiempo, ¿cuántos piensa que llevan acumulados los alemanes y los coreamos por ejemplo?

¿Para que seguir? Mejor preparémonos para el puente del 1 de mayo, y los días 5, 10 y 15 de ese mes. De lo demás, ¿quién, que sea un mexicano patriota, se preocupa?

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