Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

29 Abr, 2017

Deshonestidad y corrupción

La visión de que la corrupción es un tema cultural provoca una reacción muy negativa en un segmento de la población. Para otro segmento de la población es una buena justificación de lo que sucede. Lo que es un hecho es que la visión es muy simplista. Hoy voy a explicar lo que se conoce de la teoría de la deshonestidad.

Corrupción de alguna manera es falta de honestidad. Este tipo de temas en México se vinculan comúnmente con funcionarios de gobierno como el caso de los recientes escándalos de los gobernadores. Es un hecho que en el sector privado también se dan actos de deshonestidad y de corrupción.

Un ejemplo que comentaba en una columna reciente es la manipulación de la información financiera de Homex. En Estados Unidos también hay ejemplos de empresas que falsearon información financiera al mercado.

Las preguntas  relevantes son: ¿por qué se da este tipo de comportamientos? y ¿qué tan frecuentes son?

Para resolver las preguntas anteriores hay dos posibles teorías. Una de tipo económico, en el que la deshonestidad y la corrupción son actos conscientes por una decisión racional de las personas. Para tomar este tipo de decisiones se consideran los beneficios esperados y los costos asociados al acto de corrupción.

En este contexto, en un régimen como el de México, en el que la ley no era buena, la aplicación de la ley es mala y que las consecuencias son pocas, se tiene el ambiente propicio para el comportamiento deshonesto.

La otra teoría es de tipo sicológico y busca entender cómo funciona la mente humana. En este caso, hay autores que argumentan que en la mente del individuo hay un sistema de castigo/recompensa o de evaluación de la imagen propia que tiene una influencia en el comportamiento.

Evidencia de la literatura sobre el tema de deshonestidad documenta que muchas personas lo hacen, pero con actos de bajo impacto. Es bastante más generalizada de lo que se cree.

Por ejemplo, en Estados Unidos, en un reporte de 2008 se presenta que los fraudes laborales en los empleos promedio ascendieron a 994 mil millones de dólares anuales en pérdidas. Otro caso es el de las pérdidas por 16 mil millones de dólares al año por devolución de ropa que se compró, se usó y luego se devolvió.

La literatura anterior apunta a que existe la deshonestidad, pero no sólo en México, sino en todo el mundo. Esto más que cultural es de tipo económico o sicológico.

La buena noticia es que en experimentos se ha comprobado que el actuar honesto de los individuos se puede influenciar por el contexto. Es decir, se puede inducir un mejor comportamiento.

Este tipo de incentivos es lo que puede explicar la diferencia en lo que se ve en México y en otros países.

Algunos de los factores que pueden explicar el comportamiento deshonesto es que hay grandes beneficios por la corrupción, pero que van de la mano con falta de normas sociales, lo que hacen que el mecanismo de control interno sea más laxo. Otro caso es la falta de conciencia de la implicación de los actos propios.

Lo anterior nos lleva a que no es un tema de cultura. Si bien es algo que para ciertas acciones puede ser inherente a la mente humana, se puede cambiar el comportamiento a través de incentivos y otro tipo de acciones.

Lo que vemos en México es que no se dan los incentivos correctos para fomentar la honestidad. Dos ejemplos son: las normas sociales no excluyen a los deshonestos y los políticos pospusieron la designación del fiscal anticorrupción.

*Director General del FUNDEF

guillermozamarripa@itam.mx

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