David Páramo

Análisis superior

David Páramo

2 Jun, 2017

Bonos de hambre

Hay una oleada de indignación entre ciertos grupos por la decisión de Goldman Sachs de comprar dos mil 800 millones de dólares en bonos de Petróleos de Venezuela con un descuento del 69% y una tasa de interés del 38%, es decir, superior al promedio que cobran en México las tarjetas de crédito.

Hay quienes consideran que la empresa financiera cometió una falta ética apoyando al gobierno de Nicolás Maduro o que revela la cara del capitalismo salvaje. Sin embargo, es necesario hacer un análisis mucho más serio y profundo.

Primero. Se trata de una equivocación darle un enfoque desde la ética o la moral, puesto que las creencias son subjetivas y la valoración sobre el gobierno de Venezuela depende del ángulo con el que se vea.

El llamado socialismo del siglo XXI es una porquería. En el caso de Venezuela, logró, en poco más de dos décadas, que el país pasara de ser la nación más rica de América Latina a una de las más pobres. La economía de esa nación se cae a pedazos generando graves índices de pobreza y desigualdad. La inflación supera el 700% y la economía habría caído más de 8% en el último año.

Los derechos mínimos de la población les han sido conculcados por una dictadura que ha causado ya más de 60 muertes entre quienes buscan una salida democrática a la crisis económica, muy mal manejada por un banco central sin autonomía que, tan sólo el miércoles, devaluó 63% el bolívar. Hay dos tipos de cambio, el oficial de dos mil bolívares por dólar y el real de más de seis mil bolívares por dólar.

Me aterra pensar que hay quienes desean o simpatizan con este modelo para México, puesto que el resultado en el corto plazo sería una crisis económica, incluso peor a la que causaron otros populistas como Luis Echeverría y José López Portillo. Por lo menos tenían el pretexto de que no había experiencia en el país.

Los que hoy critican al gobierno y nuestro sistema político no sólo pueden hacerlo libremente sino que, además, tienen la vía de las urnas. A los venezolanos esto también les fue robado.

Dicho lo anterior, no comparto un análisis que se fundamenta en creencias ético-morales.

INTERES PRIMIGENIO

Segundo. Analizar la operación de compra de bonos bajo una serie de criterios subjetivos puede generar un debate sobre cuál es el principio ético primigenio sobre el cual debe actuar una institución financiera.

Cuestión: ¿Debe hacer juicios sobre la calidad de un gobierno o conseguir buenos negocios que generen rentabilidad para los accionistas y sus clientes?

A pesar de lo nefasto que es el gobierno de Maduro y de los continuos llamados de la comunidad internacional para que definan su camino por la vía democrática, hasta el momento no han sido expulsados ni de la Organización de las Naciones Unidas ni de la Organización de Estados Americanos donde, desgraciadamente, tienen apoyo de algunas naciones del Caribe.

Dicho de otro modo, se trata de un gobierno en funciones que, por lo tanto, hacer operaciones con él no está fuera de la ley.

El interés superior de una empresa es generar valor para los accionistas y sus clientes. La operación, garantizada por fondos petroleros de la nación con mayores reservas en el mundo, es un gran negocio desde el punto de vista financiero, puesto que genera un gran potencial de rentabilidad.

Ahora bien, ¿están lucrando con el hambre del pueblo? No.

El único responsable de la tragedia del pueblo venezolano es Maduro (su padre político, Hugo Chávez, sembró la semilla de este mal). Este hombre ha tomado cualquier cantidad de decisiones económicas equivocadas, ruinosas en contra de la población en aras de un modelo que jamás ha funcionado en el mundo.

Este hombre, que debería ser acusado, como todos los populistas, de genocidio económico, es quien ahora tiene que malbaratar lo poco que le queda. Consistentemente acusó a los empresarios de ser enemigos del pueblo. Ha combatido a quienes generan riqueza como si fueran enemigos del pueblo.

A este tipo de populistas mesiánicos se les olvida que la única manera de terminar con la pobreza es generando riqueza, lo cual se logra únicamente a través de las empresas privadas. El gobierno no genera riqueza ni tampoco es bueno para distribuirla.

Sin embargo, ése no es problema de quienes encontraron una ganga en favor de generar riqueza para sus accionistas y clientes. Así es como se genera la riqueza.

Condenar a los inversionistas a no tener ganancias por una cuestión de ética es ir en contra de la generación de riqueza y es convertirse en un populista.

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