Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

12 Sep, 2017

¡Pobre Poder Legislativo! Ni legisla ni puede, es simple comparsa

Los interesados en la política y sus personajes, y en las formas que estos aprendieron hace 30 o 40 años y hoy no las dejan ni dormidos, debemos reconocer que somos muy, pero muy afortunados. Dígame si no.

¿Imaginó usted alguna vez que, en unos cuantos días vería con una claridad meridiana, la demostración irrefutable del verdadero carácter del Poder Legislativo? ¿Soñó que usted o alguien más, desarrollarían una prueba fehaciente de que nuestro Poder Legislativo, es un poder que ni puede ni legisla?

¿Cuándo imaginó usted que quien nos proporcionaría esa anhelada prueba sería, ni más menos que el titular del Poder Ejecutivo? ¿Cuántas veces no hemos dicho que, en México, el verdadero legislador es el Poder Ejecutivo sin tener elementos concretos para demostrarlo?

Sin embargo, gracias a la soberbia de unos operadores políticos con una capacidad supuestamente infinita para arreglar cualquier entuerto, y a sus ambiciones y proyecto personalísimo frente a la sucesión presidencial pretendieron hacerle Manita de Cochi al mismísimo Presidente de la República y éste, con un simple telefonazo, les hizo saber quién manda; sobre todo, rapidito y con buena letra por si lo hubiesen olvidado, les demostró quién es el verdadero y único legislador real en México.

Hoy, noqueados y preguntando con voz apenas audible —debido a las secuelas de los golpes recibidos del invencible fajador Anaya—, muestran su preocupación por saber si tomaron el número de las placas del vehículo que los atropelló. Además, pretenden con recursos baratos y fantasiosos esconder sus limitaciones cuando se enfrentan a quien no solo no les teme, sino que les hace morder al polvo al igual que lo hizo antes con correligionarios suyos.

Ahora bien, ¿qué significa para el país, en tiempos como los actuales, que el único y verdadero Legislador —sí, con mayúscula—, sea el titular del Poder Ejecutivo? ¿Qué nos dice ese hecho, de la calidad y sentido de responsabilidad de los partidos y sus dirigencias, y de los ayer candidatos y hoy legisladores en ambas Cámaras del Congreso? ¿Acaso basta responder, que esa realidad se explica ni más ni menos, por el servilismo y la falta de dignidad personal de los 628 integrantes?

¿En serio piensa usted que ésa es la causa de que al Poder Legislativo lo nulifique y supla el titular del Poder Ejecutivo? ¿Compra usted esa afirmación de que, en ese Poder Comparsa, todo va bien, a pesar de que no puede y no legisla?

La verdad, guste o no, es preocupante que en una democracia como la nuestra —con todas las imperfecciones y limitaciones que usted quiera—, el Poder Legislativo carezca del menor interés por legislar en materias clave para el desarrollo del país y el crecimiento de la economía. Además, es una vergüenza que 628 legisladores -no de ahora sino casi desde siempre-, estén a la espera de lo que el Ejecutivo quiera enviar para que ellos, solícitos y presurosos las más de las veces, analicen la iniciativa, y la dictaminen y aprueben en los términos fijados por el Ejecutivo.

Si en alguna ocasión, dado el carácter y tema de la iniciativa, no es posible aprobarla en los términos del Ejecutivo, sus operadores políticos —con las maletas llenas—, buscan a toda costa acercarse lo más posible al texto enviado.

¿Cuáles son los efectos negativos entonces, de una realidad como la descrita? La primera y obvia, el descrédito y ninguneo del Poder Legislativo; la segunda, el papel de comparsa al que es relegado y tercero, que el Ejecutivo le impide incidir en la modernización real y efectiva del caduco andamiaje jurídico que nos impide avanzar.

¿Les importa todo eso a los 628 legisladores? Y de no afectarles, ¿a qué se debería? ¿Acaso por indignidad, ignorancia o simple importamadrismo?

¿Qué piensa usted de todo eso?

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