Maricarmen Cortés

Desde el piso de remates

Maricarmen Cortés

17 Nov, 2017

Desmienten Onexpo y Pemex a Amegas

Vaya polémica que armó Pablo González, presidente de la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros, Amegas, al declarar que, por razones políticas y no económicas, el gobierno ha mantenido artificialmente los precios de las gasolinas, y adelantar que en enero, con la liberación de precios a nivel nacional, habrá un gasolinazo que podría elevar el precio de ese combustible hasta 20 pesos el litro.

La reacción fue inmediata, porque si hay un tema que genera una gran molestia popular son los gasolinazos, y porque 20 pesos por litro sería a todas luces una exageración que impediría que baje a 4% la inflación, como anticipan el Banco de México y el consenso de analistas privados.

El primero en desmentir a Amegas fue el director general de Pemex, José Antonio González Anaya, tanto que en su cuenta de Twitter calificó de “falsos y sin fundamento los rumores sobre un incremento en el precio de las gasolinas”, y después, a través de entrevistas en varios medios, sostuvo que el mecanismo vigente desde principios de este año, y que seguirá en 2018, está diseñado para reducir la volatilidad en los precios.

Y ya encarrilado, González Anaya minimizó también a Amegas al asegurar que es una asociación que no tiene gran representatividad.

Quien también desmintió a Amegas es Onexpo, que agrupa al mayor número de expendedores de gasolinas en el país. Roberto Díaz de Léon, presidente de la Organización Nacional de Expendedores de Petróleo, aseguró que no se esperan cambios abruptos en los precios de gasolinas y diesel en 2018 y coincidió con el director de Pemex en el sentido de que las medidas de “suavizamiento” de precios por parte de las autoridades hacendarias se han traducido en oscilaciones de pocos centavos a lo largo de este año.

Liberación de precios, a la mexicana

En realidad, la liberación de precios de las gasolinas en México es sui géneris, porque los empresarios gasolineros pueden, en teoría, competir y subir o bajar los precios, pero dentro de un rango de centavos que no genere presiones inflacionarias ni se consideren prácticas abusivas porque de inmediato llegan inspectores de la Profeco a clausurarlos. Aunque ya se permite la importación de gasolinas, el retraso en las temporadas abiertas por parte de Pemex y la falta de inversiones por parte de los nuevos empresarios del sector se traduce en que, en efecto, hay nuevas marcas de gasolinerías, pero todas, o casi todas, siguen vendiendo los combustibles que vende Pemex.

Lo que es un hecho es que ya sea en la Secretaría de Hacienda —si la semana próxima se confirma la renuncia de José Antonio Meade y su destape como precandidato del PRI— o en Pemex, José Antonio González Anaya no permitirá que se registren nuevos gasolinazos, porque al ser Pemex el proveedor de 99% de las gasolinas que se consumen en México le permite al gobierno garantizar que seguirá controlando el impacto de la volatilidad en precios. Y desde luego los precios se mantendrán al alza, aunque no de golpe, si continúa el incremento en el precio internacional del petróleo y la depreciación del peso.

MEADE, ESPALDARAZO A GUAJARDO

Quien debe estar muy contento es el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, porque el aún secretario de Hacienda, José Antonio Meade, al participar en el anuncio del incremento a 12 mil millones de pesos del programa Mujer Pymes de Nacional Financiera, dijo que para México es “un gran lujo” tener al frente de la renegociación del TLCAN a Guajardo. Ante la incertidumbre que genera la renegociación del tratado —dijo Meade— “el tener la renegociación en manos de Guajardo nos da una enorme tranquilidad”.

Sorprendió no sólo que ni siquiera mencionara a su antecesor, Luis Videgaray, actual secretario de Relaciones Exteriores, al hablar del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sino que públicamente y —supongo— en tono de broma, reprochó a Fernanda Casanueva, tesorera de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quien estuvo presente en la reunión de Nafin, porque “nos echó a perder la estadística de género en las mujeres directoras de la banca de Desarrollo al irse al mundo diplomático”.

En efecto, Casanueva “botó la chamba” —que fue el término que utilizó Meade— al renunciar a los tres meses como directora de Bansefi para irse con Videgaray. Pero quien realmente “echó a perder la estadística de género” en la banca de desarrollo fue el propio Meade, porque, en lugar de una mujer, nombró a Virgilio Andrade como director de Bansefi.

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