Edgar Amador

Edgar Amador

4 Jun, 2018

Los aranceles de Trump: mordida de perro que ladra

Cuando estamos ante el peligro de una gran pérdida, solemos tener dos comportamientos, ambos racionales: o bien estamos perpetuamente alerta, o bien ignoramos el riesgo. El primero implica costos mayores, estar siempre alerta consume tiempo y energía, pero si el peligro se materializa, la pérdida es menor. El segundo es menos costoso, zambullir la cabeza en el piso es cómodo, pero si el riesgo acude, las pérdidas son totales. El mercado peso/dólar parece haber tomado la segunda ruta, pero a últimas fechas parece darse cuenta que no puede ignorar el riesgo por más tiempo: Las amenazas de Trump pueden cumplirse.

Los mercados han sido hasta el momento, flemáticos: Han menospreciado el riesgo de que Trump cumpla sus amenazas contra México: Salirse del TLCAN, imponer aranceles, construir el muro y deportar a cientos de miles de paisanos.

Esos miedos hicieron que el dólar se trepara casi hasta los 22 pesos antes de la elección de Trump, en noviembre 2016, pero tras la elección, el peso tuvo un rally fantástico, de alrededor de 10 por ciento. La razón para ese rally fue la apuesta flemática de los mercados de que Donald Trump es perro que ladra y no muerde. Pero ya mordió.

Tras la elección de Trump, el peso, que se había hecho pedazos las vísperas, inició un rally poderoso, montado en un alza similar en las bolsas, a pesar de la retórica antimexicana de Trump. Los primeros meses del neoyorquino fueron un fracaso tras otro: La reforma de salud, las acusaciones de la trama rusa que lo acercan a su defenestración, los republicanos perdiendo elecciones en enclaves que se creían inexpugnables. Y a cada fracaso, el peso ganaba terreno: Trump sería incapaz de cumplir su agenda antimexicana y, por lo tanto, como el mercado apostaba: Trump es un perro que ladra, pero no muerde.

Sin embargo, hay un escenario en que las mordidas pueden comenzar, y es justo el caso en que Trump se vea presionado a cumplir su agenda antimexicana en compensación del fracaso del resto de su agenda, y en caso de que el escándalo ruso se desborde. Así parece proceder el magnate: Ante su fracaso por acorralar a China, dispara aranceles contra la Unión Europea, Canadá y México; ante su incapacidad para doblegar a Corea del Norte, impulsa el muro y prepara la deportación masiva.

Si este patrón se mantiene, y si las encuestas siguen mostrando que los republicanos perderán el control del Congreso y el Senado en las intermedias de noviembre, Trump podría acentuar su agenda antimexicana para compensar sus pérdidas locales.

El mercado peso/dólar puede ignorar hasta cierto punto el muro, las deportaciones y el tono antimexicano del vociferante, pero no puede ignorar el riesgo de salida del TLCAN. Hasta el momento, el mercado se ha confiado en que el TLCAN es una pieza esencial para el principal logro de Donald Trump: El rally de las bolsas.

Sabe el mercado que si Trump desconecta el TLCAN, las acciones de las grandes empresas estadunidenses, las grandes beneficiarias del Tratado, podrían despeñarse y acabar así con el único palmarés de la administración actual.

Por eso el mercado ha decidido menospreciar el riesgo de un fin del TLCAN. Por eso impulsaron al peso desde los 22 a los 20 contra el dólar: Calculan que el costo de desenchufar el TLCAN sería tan grande para Trump y la economía estadunidense, que sólo un loco lo haría. Y es allí donde quizá los inversionistas se equivoquen. Quizá sí hay un loco dispuesto a hacerlo y está en la Casa Blanca.

Los inversionistas quizá cometan el error de creer que Trump piensa al igual que ellos: Que jamás podría arriesgar los beneficios tan grandes del TLCAN a cambio de las magras ganancias que le representaría cumplirle al electorado que lo ascendió al poder.

Trump es un ególatra que sólo tiene una prioridad por encima de su narcisismo: El dinero. Los grandes capitanes de la industria, a quienes ve como sus pares y los hospeda en sus resorts, le han presionado para que por mucho que ladre, no muerda en el tema del TLCAN.

Pero la historia muestra que la egolatría es la principal enemiga de la racionalidad económica: Y la patología de Trump podría desembocar en una mala sorpresa para el peso.

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube