Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

18 Feb, 2017

¿Tenemos paranoia?

Hace cuatro semanas se dio el cambio en la Presidencia de Estados Unidos. Mi percepción es que en este tiempo la noticia de la que más estamos al pendiente es lo que hace, dice y escribe Trump. La hipótesis de esta columna es que probablemente estamos sobrerreaccionando a lo que está sucediendo.

Hubo dos hechos que me hicieron plantearme la hipótesis durante la semana. El primero tiene que ver con que el principal tema de conversación en reuniones de trabajo, comidas, etcétera es Trump. Como que los mexicanos estamos muy preocupados por lo que nos vaya a pasar como consecuencia de lo que viene de fuera y le estamos quitando la atención a lo que estamos haciendo.

Me pregunto si los ciudadanos de Florida, California y de otros estados están tan al pendiente de cada movimiento de su Presidente como lo estamos nosotros. De unas pláticas que tuve en la semana parece que el nivel de intensidad en la atención no es tanto como el que tenemos aquí.

Explicado de otra manera, parece que le estamos dando todo el poder sobre nuestro destino al Presidente de Estados Unidos.

El segundo hecho tiene que ver con el dato de Confianza del Consumidor que comentaba la semana pasada. La caída en el mes fue altísima, como nunca me había tocado verla.

El comportamiento de los componentes del índice fue relativamente parejo, es decir, bajo la percepción de desempeño de toda la economía, de la economía del hogar y de la voluntad de invertir. Una caída tan grande en condiciones normales sería un reflejo de que estamos en una crisis profunda. Observando el comportamiento de la realidad económica del país yo no identifico esa crisis tan profunda.

Cuando uno analiza qué puede estar afectando la percepción de los consumidores, identifico dos factores: Trump y el aumento en el precio de la gasolina con sus secuelas por saqueos, etcétera.

Al día de hoy ninguno de estos dos factores han tenido un efecto real importante sobre la actividad económica. Del primer factor, hoy lo que ha pasado son más bien anuncios y declaraciones que hechos. Sí hay algunos eventos aislados, pero no de un impacto para generar una crisis. Del segundo factor, el impacto ya se dejó sentir en la inflación de enero y seguro tendrá efecto en la de los próximos meses. Pero no hay un tema de crisis por el aumento del precio de las gasolinas.

Yo no percibo al consumidor promedio que contesta la encuesta con una preocupación mayor por el estado de las finanzas públicas del país, que me podría llevar a una caída en la confianza, pero no del nivel que se vio.

El análisis me lleva a concluir que el problema está en la mente de los mexicanos más que en la realidad. La enfermedad mental que más se puede parecer a lo que estamos viviendo como sociedad es una sobrerreacción a los hechos que pudiera llegar a la paranoia.

Esta enfermedad se caracteriza por la aparición de ideas fijas, obsesivas y absurdas, basadas en hechos falsos o infundados. Creo que parte de lo que he descrito parece que encaja muy bien en la definición.

Ante esta situación, lo que debemos hacer como sociedad es rehabilitarnos de nuestra condición de paranoia. Hay que cambiar de actitud, poner los hechos en su justa dimensión y conducir nuestro destino. En concreto, hay que retomar la confianza como consumidores y empresarios, seguir menos a Trump y no sobrerreaccionar a cada movimiento.

*Director general del FUNDEF

guillermozamarripa@itam.mx

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